Crítica de Violation
Como su propio nombre indica, estamos ante una película que va de una violación. El debut de la directora, guionista (junto a Dusty Mancinelli) y protagonista Madeleine Sims-Fewer (ahí es nada) se adscribe en el género de la venganza, para mayores señas. Y para echar más leña al fuego, Violation es de lo más canónica en su esqueleto. Nada distingue, en esencia, a esta película de La violencia del sexo, por ejemplo. Y a la vez, hay diferencias abismales. Algunas de ellas formales: en una decisión a mi juicio más que cuestionable, la película va mutando entre la explicitud extrema y directa al grano (en no pocas ocasiones, visualmente aprensiva incluso), y un estilo arty sumamente relamido (parecería propio de un estudiante de cine que acabara de descubrir a Lynch y el cyberpunk de una tirada) que rebaja enormemente el impacto de lo que quiere contar.
Vale, esta era la cuestionable; el resto, me parecen aciertos intachables. Como la ruptura de la línea temporal, que en ocasiones nos pilla al traspié y tardamos en reaccionar a ello, sin que dejemos de sentir aprensión. O el hecho de dosificar perfectamente lo que muestra y lo que no: por ejemplo, la violación retratada de manera algo más parca en lo visual (a fin de cuentas, no hay nada que no sepamos ya) para acercarse a una experiencia más sensorial, en contraposición a la venganza, en la que se recrea a veces en escenas ya no solamente explícitas, si no de muy difícil digestión.
¿Se está regodeando Madeleine Sims-Fewer? Nada más lejos de la realidad. Lo que hace de Violation una película totalmente distinta es la destrucción de los roles canónicos, básicos, de esta clase de situaciones reflejadas en el cine. Conforme vamos sabiendo más de lo que ocurre, la película investiga los límites del «no es no», las causas además de las consecuencias, y los roles de víctima y violador. Sin ir más lejos, entre que tardamos en saber lo que pasa y que asistimos a un acto de violencia salvaje, por momentos se nos hace pensar que ¿y si la mala es ella? No me he vuelto loco, no, y cuando la veáis lo entenderéis. Entenderéis el juego que propone la película (el mensaje, faltaría más, claro como el agua). Pero lo haréis desde perspectivas, cinematográficamente al menos, rompedoras. Y descubriendo a una cineasta atrevida y entregada, con una propuesta de todo menos fácil, y en uno de esos roles que bien valen premios en festivales de género.
Ya digo, me falta por entender por qué todos los excesos formales que plagan el metraje y que, de haber sido menos evidentes, debería hacer de tripas corazón y dejarlos pasar en pos del cómputo global. Pero es que de tan exagerados, despistan totalmente no en lo argumental, pues nada aportan, sino en lo emocional, dejando a medio gas el impacto de un Violation que, de lo contrario, hubiera sido (aún más) brutal. Con todo, de aquellas películas que dejan huella.
Trailer de Violation
Violation: la violencia del sexo
Por qué ver Violation
Si no estamos ante la película más impactante de los últimos años es por un exceso de toque arty que nos recuerda una y otra vez que estamos ante un producto cinematográfico. Porque cuando le da por rebajar sus ínfulas de auteur, se trata de una película dolorosa e implacable, con un mensaje que cala como pocas veces lo ha hecho en el cine.