Crítica de La violencia del sexo

La década de los 70 fue una época prolífica en venganzas. “Hasta que llegó su hora” (1968), “Perros de paja” (1971), “Get Carter” (1971) o “El justiciero de la ciudad” (1974) son sólo algunos ejemplos, entre los que no hay que olvidar “La última casa a la izquierda” (1972), escandaloso debut del ya desde entonces mítico Wes Craven. El brutal atentado contra la sociedad, la moralidad y el American Dream propuesto por el director de “Scream” propició más de un exploit posterior, siendo alguno de ellos tan descarado como “Trampa para un violador” (1980) o, precisamente, “La violencia del sexo”, estrenada en 1978 con el mucho más interesante título de “I Spit on Your Grave” (aunque también se conoce como «El día de la mujer»).
Casualidades de la vida, apenas un año después del remake de “La última casa a la izquierda” (esta vez a cargo de un más que correcto Dennis Iliadis) nos llega una adaptación de la que ahora nos ocupa, motivo por el que os traemos esta revisión del que es uno de los más atractivos ejemplos de cine sucio, salvaje y violento -o lo que es lo mismo, hecho con cuatro duros-, a duras penas enmarcable tan sólo en el género de terror pese a ser una auténtica pesadilla para la integridad del espectador.
Su argumento, simple y llano: una atractiva escritora decide mudarse unos meses a un pequeño pueblo de la América profunda para encontrar inspiración, pero en vez de ello se topa con un grupo de amigotes que abusa de ella maltratándola y violándola repetidamente. Dándola por muerta, los cuatro regresan a sus quehaceres habituales, totalmente ignorantes de la tremebunda venganza que planea sobre ellos.
Por su condición de exploiter aventajado, el director y guionista Meir Zarchi juega, en su primer y a la vez penúltimo trabajo cinematográfico, según las mismas reglas impuestas por Craven. Parte de una situación paradisíaca, una casa de ensueño habitada por una chica de ensueño, rápidamente deformada en un grotesco y enfermizo infierno. Y ya en el averno, sin ocultar absolutamente nada, “La violencia del sexo” se detiene mucho, demasiado tiempo en la descripción del calvario por el que el grupo hace pasar a la chica; y lo hace con el característico estilo torpe y brusco, polvoriento y sudoroso que acaba por otorgarle ingentes dosis de realismo, como si de un documental o de una grabación amateur se tratara(1).
Es difícil saber si tales virtudes son voluntarias o fruto de la total incapacidad de su director, aunque por lo explícito de su violencia visual, el que esto escribe prefiere otorgarle un voto de confianza.

 

 

Y es que “La violencia del sexo” es realmente extrema, afirmación que puede valer incluso hoy en día aun habiendo visto un sinfín de cintas con mejores recursos y mayor voluntad artística. Porque si de algo carece la película es de concesiones al espectador, amparo en forma de un cambio de plano, de una elipsis o de algún artificio que indique que esto sigue siendo una película (más allá de los obvios, léase actuaciones dignas de cine porno). De este modo, Zarchi se hace impredecible y excesivo, asustan los límites a los que puede llegar su ópera prima y traumatizan cuando éstos son alcanzados y puntualmente rebasados.
Es evidente que sus limitados recursos evitan excesos visuales a la altura de las recientes “Los renegados del diablo” o “À l’Intérieur”, por lo que sin un mínimo de intención por nuestra parte resulta fácil evadirse y tomarse a guasa la propuesta (aunque también se le debe reconocer que ésta es una de las películas de su categoría que mejor sabe esconder sus limitaciones); pero lo extremo aquí adopta otro sentido, pues es la moralidad del espectador lo que realmente recibe un ataque frontal y sin contemplaciones. Si en algo supera “La violencia del sexo” a “La última casa a la izquierda” (esto es, además de ser mucho más atrevida) es en la gravedad de su moraleja, o dicho de otro modo, en la dudosa definición de bien y mal, de lo correcto y lo incorrecto. El ojo por ojo al que juega no admite otra lectura: habida cuenta del salvaje calvario por el que pasa la protagonista, se acepta y se espera que ésta responda en la misma medida, sino mayor. El espectador entiende por tanto que esa es la forma justa de actuar, y de hecho disfruta con la venganza, sin pararse a pensar en lo que efectivamente está estampándose en su retina.

 

 

Tan sólo al concluir el visionado es cuando uno corre el riesgo de pararse a pensar. Y es entonces cuando se da cuenta de las verdaderas proporciones de “La violencia del sexo”, y de su facilidad para asustar a posteriori, mediante un terror que desmonta conciencias, subconscientes y éticas por igual.
Por todo ello, si bien empezando como un mero exploit, el debut de Zarchi en la dirección acaba mejorando su fuente de inspiración original, hasta convertirse en una cinta obligatoria para todo fan del género, por su condición de irrepetible. Y eso que no hemos tratado (por obvio) el hecho de que sea una mujer, sola y menuda, quien se encargue de cuatro tiarrones fornidos y tendientes a la animalización; un obvio discurso sobre el valor del sexo débil que, si bien simplón y poco más que anecdótico, no deja de resultar entrañable y cargado de intenciones.
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(1) Me refiero al estilo que al año siguiente acabó de potenciar Ruggero Deodato con su terrible mockumentary “Holocausto caníbal”, por supuesto. En ella (una de las 20 películas más controvertidas de la historia del cine según Entertainment Weekly), la credibilidad de sus escenas fue tal que el director tuvo que demostrar ante untribunal que ninguno de sus actores (que no animales) había sufrido daño alguno.
En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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Comentarios

  1. Como me picas a veces con estas cosas, coño. Tanto que paso por alto mis principios contra la piratería y me pongo a buscar como un loco por la red estas cositas.
    Ya comentaré.

    *Por cierto, sí, después de meses comentando por aquí por fin me he decidido a dejar de escribir las palabrejas esas y desenterrar mi cuenta de blogger después de 3 ó 4 años. Espero no ser señalado con el dedo por eso.

  2. Zack, la peli está por 6 euros en la fnac, ahí lo dejo… ;)

    Sobre tu perfil blogger, te he contestado en la Gilitira, pero… podemos llamarte Derek de ahora en adelante? anda, anda, porfa…… ;)

  3. Por 6 euros? yo creía que esto no estaba ni editado.

    (quiero una peli que se llama "Mátame mucho" y me moriré esperándola)

    Puedes llamarme o podéis llamarme como os dé la real gana, total, perdí todo mi alto prestigio viendo "Titanic2". A lo mejor hasta hago un calendario de miradas 2011 para demostrar toda mi versatilidad y os lo mando ;)

  4. jajajaja, QUIERO, QUEREMOS ese calendario!

    Mátame mucho? ezo qué eh? cuenta cuenta, que ahora me pica la curiosidad…
    y sí, La violencia del sexo la encontré en la Fnac… creo que formaba parte de una colección en plan "clásicos del terror" o "clásicos de la serie b" o "terror de la serie b" o algo de esto… busca busca! ;)

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