Crítica de Waz
Sin apartarse en ningún momento de los esquemas que en su día establecieron Jonathan Demme o David Fincher con «El Silencio de los Corderos» y «Seven» respectivamente, la película de Tom Shankland juega con los sentimientos del espectador mostrándole explícitas escenas de cadáveres maltrechos y ensangrentados conforme progresa la investigación policial. Investigación que debido a la falta de atrevimiento del guión se reduce al ya típico análisis de las pruebas que deliberadamente deja el antagonista en las escenas del crimen, con el esperado giro final imprevisible que ata al último momento todos los cabos sueltos, y que por suelto no desvelaré aquí.
Todo ello se traduce en una película muy irregular, capaz de ofrecer escenas de muy buen ritmo y tensión, algunas incluso deliciosamente macabras (en especial la escena final, de la que hablaré algo más tarde), con momentos de lo más tediosos, en los que parece que no ocurra absolutamente nada, que pueden provocar más de un bostezo.
Sin embargo, algo tiene «Waz» que la distingue de la mediocridad de películas semejantes estrenadas recientemente. Porque si a nivel argumental no ofrece ninguna novedad (todo recuerda excesivamente al primer «Saw»), sí debe atribuirse ese mérito a Shankland, empeñado en dotar a la película de ritmo constante y factura uniforme, que hacen que la alternancia entre las escenas de investigación y de tortura y asesinato se realice sin cambios bruscos, fusionándose con coherencia entre ellas.
«Waz» destaca también a nivel formal, ya que si bien la fotografía es muy sombría y se abusa de las tonalidades verdes y oscuras (de nuevo, recordando al inicio de la saga del Asesino del Puzzle) la adopción de cámara digital al hombro le insuflan un aire distinto y algo más personal.
Por último, reconocer que el que escribe estas líneas se sintió fascinado por la deliciosamente gore secuencia final. En su último tramo, comienza un crescendo rítmico que culmina con uno de los momentos más dolorosos del año cinematográfico, una espiral de tortura en la que no le tiembla el pulso a un Tom Shankland dispuesto a describirlo todo de la manera más explícita posible, aunque con ello se arriesgue a más de un abandono de la sala por parte de los más sensibles.
En resumen, «Waz» es una película más sobre un género necesitado de una renovación profunda. No aporta absolutamente nada nuevo y por si fuera poco consta de un ritmo irregular con momentos de peligrosas bajadas. Sin embargo, no se le puede negar la voluntad de conseguir estar, por lo menos, algo por encima de la media. Y eso lo consigue.
5,5/10
Bueno, advertido quedo. Saludos, compañero.
A ver qué te parece si acabas viéndola… espero tu comentario!