Crítica de Welcome

En «Plácido», una de las más aplastantes obras maestras de Berlanga (qué demonios, una de las mejores comedias de la Historia), un grupo de señoras «bien» aplacaban sus remordimientos navideños promoviendo una campaña para acoger por un día a una persona sin techo con intención de alimentarla como un cerdo, como un burgués, o lo que fuera.
El «siente a un kurdo a su mesa» que plantearía «Welcome» viene a ser la misma idea, la aplicación de ese mismo principio en la Europa multiculti actual, campo de batalla de transnacionalidades y buscadores de mejor suerte en un ámbito regido por promesas. Pero, ah coño, esto es distinto, porque en «Plácido» Berlanga destapaba el tarro de salfumán y con sonrisa sardónica vertía el corrosivo sobre las clases sociales más favorecidas. Como de costumbre, vamos. Pero no, donde en «Plácido» había ironía y mala leche, en «Welcome» hay una afectación pijoprogre que entroniza al tolerante, al caritativo y lo convierte en el héroe cotidiano, casi por encima incluso del que se parte los cuernos por sacarse las lentejas y por intentar llegar a su tierra prometida.
Porque este parece ser el principal objetivo de «Welcome», polinominada y gran perdedora en la última entrega de los César de la Academia francesa. Tranquilizar conciencias más o menos izquierdosas (ojo, no hablo de auténticas tendencias políticas), aun a costa de una simplificación de una problemática social mucho más compleja de lo que la película se molesta en transmitir.

La historia de Bilal, muchacho kurdo de 17 años que pretende cruzar el Canal de la Mancha a nado (!) desde Calais para reunirse con su amada en Londres termina teniendo la fuerza discursiva de un León de Aranoa, pero sin (gracias a Dios) su irritante verborrea artificial: ahí están las desgraciadas penurias que él y sus socios de migración tienen que pasar a diario (haber llegado a Francia desde Iraq a pie sólo para pasarse la vida burlando a la ley poniendo en riesgo sus propias vidas, casi nada) y ahí está el salvador de a pie que le acoge en su casa y de paso le entrena en el noble arte de la natación para cruzar estrechos a pelo. Claro que él tiene sus propias batallas interiores, que pasan por gestionar su moribundo matrimonio, aunque al final la amistad surgida del compromiso social termina imponiéndose.

Así que para huir de categorizaciones y simplificaciones, el director Philippe Lioret opta por un tono que termina siendo algo así como de «relativismo maniqueo», en el que en la sociedad no hay etnias buenas y etnias malas, todos somos en parte fruto de nuestras circunstancias sociales y ambientales. Sin objeciones, nadie en su sano juicio diría lo contrario (el determinismo racial debería ya formar parte de un pasado lejano). Pero es que no es suficiente: el funcionamiento social no es complejo, no; es muy complejo. Y en «Welcome», al final, está todo muy claro. Aquí hay buenos: los que ayudan a los inmigrantes. Hay malos: los servicios sociales y los cuerpos de seguridad. Hay muy buenos: Simon, el buen samaritano que acoge a Bilal. E incluso hay criaturas celestiales: a Bilal, el «buen moro» le mueve la fuerza inmortal del amor (glubs) y la voluntad de triunfar en el Manchester United «como Beckham y Ronaldo».
La consecuencia de todo esto es que, en cuanto el conflicto dramático ha quedado definido, por obra y gracia de una música afectada y un tono general sombrío sólo va a quedar descubrir si el argumento se decantará hacia la resolución «trágica» o hacia la «muy trágica». [SPOILER] Aun sin demasiados aspavientos melodramáticos, la cosa tira hacia las dos: la novia de Bilal termina casándose con otro y además Bilal muere ahogado en las aguas [fin del SPOILER].

Pero no le neguemos a la película ciertas cualidades. «Welcome» es un producto formal y dramáticamente correcto, competente en su adscripción a una corriente de cine europeo reciente, más concretamente galo (sí, es una peli muy francesa) tocado por una sensibilidad social (léase «La vida soñada de los ángeles»), vertiente «inmigración» (en la línea del «Lejos» de Techiné, solo que más superflua). De poco riesgo, pero bien ejecutado, y con unas interpretaciones convincentes, entre las que destaca la de Vincent Lindon, absolutamente creíble y hasta arrollador en su aparente hastío vital, como Simon.

En este sentido, «Welcome» resulta de lo más agradable. Su narración es clara y concisa, y como drama cotidiano funciona a las mil maravillas. Tanto que si se apaga por un rato el sentido crítico la película se hace entretenida, agradable e incluso puede llegar a parecer un producto necesario.
El problema es que este tipo de películas (y nosotros tampoco nos salvamos de esta tendencia) llena un hueco, el de «cine con contenido revulsivo», que en cambio deberían ocupar propuestas mucho más arriesgadas, inquietas y revolucionarias. Menos boquilla y más acción. Utopía, mucho me temo.

En fin, obviando todos los «peros» y que el hábitat natural de «Welcome» es probablemente los irritantes y algo hipócritas «Festivales de la Diversidad Cultural», la verdad es que estamos ante una película, cuanto menos, agradable.

Y habrá que con eso se conforme.

6/10

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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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