Crítica de Whiplash
Sólo sangre
Ya hace algunos años que se viene produciendo un fenómeno curioso, seguramente propiciado por la definitiva victoria del cine digital y todo lo que ello conlleva en términos de producción, distribución y exhibición. Dicho proceso, al que podríamos llamar, a falta de un nombre mejor, «la institucionalización del indie«, se evidencia en las nominaciones a los Oscar a mejor película. Desde que en 2009 el límite de nominadas pasara de cinco a diez, hemos visto como año tras año se colaban films que no deberían estar ahí, cintas que eran bien carne de Sundance, Toronto o Cannes.
Así, en 2010 fue Precious la representante. En 2011, Winter’s Bone; en 2012, Los descendientes, y así sucesivamente hasta la edición de este año, donde el indie se ha hecho definitivamente mainstream y de hecho copaba la categoría: de las ocho nominadas, sólo El francotirador supera los 30 millones de dólares de presupuesto, y dos de ellas (Whiplash y Boyhood) se mueven en torno a los dos o tres millones, un presupuesto minúsculo para los estándares de Hollywood.
¿Vive el cine independiente americano un nuevo esplendor? Sólo la perspectiva del tiempo podrá responder a esa pregunta, pero lo que parece claro es que las películas independientes de habla inglesa han cubierto el hueco que han dejado los films internacionales, que recientemente parecen haber perdido fuelle en el panorama internacional.
La película indie por excelencia de este año, con la excepción de Boyhood (una rara avis por muchas razones), es Whiplash. Vencedora del Gran Premio del Jurado en Sundance, la cinta se basa en parte en las experiencias de adolescente de su director, Damien Chazelle. El joven Andrew Neyman (Miles Teller) estudia en Shaffer, un prestigioso conservatorio de música. Allí aspira a convertirse en batería de jazz con la tutela de un profesor de métodos controvertidos, Terrence Fletcher (J.K. Simmons).
Las historias donde un sacrificado alumno debe esforzarse para alcanzar la fama y el éxito con la ayuda de un mentor de cuestionables métodos no son nuevas. Si bien es cierto que normalmente ese esfuerzo tiene más que ver con una actividad física (deporte, baile) que artística, podríamos considerar la batería como uno de esos puntos donde deporte y música se unen.
A la trama, pues, la conocemos. Sin embargo, Chazelle es capaz de mantener nuestro interés desde el primer minuto, seguramente por todo lo opaco y misterioso que rodea a los conservatorios de música y a un estilo como el jazz, accesible e impenetrable al mismo tiempo. Por su parte, hay que destacar las grandes interpretaciones de sus dos protagonistas, el semidesconocido Miles Teller y el secundario sempiterno J.K. Simmons, que dibujan personajes tridimensionales cuyas contradicciones e inseguridades se pueden leer en sus gestos y muecas.
Aunque durante la primera hora de metraje la película camina en ríos ya atravesados, nunca sentimos las ganas de dejar de mirar, pese a algunas concesiones (el padre bonachón, –spoiler- la chica a la que el protagonista debe renunciar para su ulterior objetivo -fin spoiler-, etc.), hecho que habla muy bien tanto del trabajo actoral como el de Chazelle tras la cámara. Es en el tercer acto, por desgracia, donde el castillo de naipes se derrumba y suben de tono todas aquellas notas discordantes que el espectador había decidido ignorar mientras escuchaba un magnífico ritmo de jazz.
Sería injusto criticar los elementos chirriantes del guion (el accidente de coche, el concierto final) tour de force de sus dos protagonistas, pero hasta ello queda desdibujado en la ideología del plano final, que evita que el espectador saque sus propias conclusiones y justifica una gran mentira. Sin duda el ser neoliberal perfecto es aquel que antepone sus propios objetivos a los de los demás, cuya única meta es el éxito del yo sin importar cuándo, cuánto o cómo. La idealización del esfuerzo como paso inevitable del éxito no es original ni maligna en sí (al fin y al cabo es la base de la mayoría de religiones monoteístas), pero lo que sí debiera preocupar al espectador es esa justificación de la violencia contra el otro, de la ultracompetividad, de la alienación y el odio irracional en pro del arte, que no es sino puro capitalismo del siglo XXI aplicado a las relaciones sociales.
Goya ya criticó aquello de la letra con sangre entra. Aunque lo más perverso de Whiplash quizás sea que en los platillos de batería de Andrew Nyman no hay letra ni hay arte. Sólo sangre.
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Una película que va de más a menos, en la que Chazelle se demuestra tan hábil tras la cámara como Simmons delante de ella. Lástima de un tercer acto muy por debajo de los dos anteriores…
Bravo Iván, primera vez que leo una critica de esta pelicula con la que coincido.
Gran debut.
Bienvenido
Me sumo a la bienvenida pero yo discrepo, aunque entiendo los argumentos de tu crítica y el consecuente 6,5. A mí me encantó, le puse un 9 mental de disfrute al acabar de verla. Me impresionó mucho su intensidad, llegué al the end como una moto, hacía tiempo que una peli no me entraba tanto por las tripas: la música, esa cámara tan física, el ritmo acelero-desacelero (esas escenas que a tí te sobran y que a mí, en un segundo visionado, me sobraron un poco también -padre, novia-, pero que entiendo que están justo para crear ese ritmo y provocar la sensación física de in crescendo en el espectador), las grandísimas interpretaciones, la fotografía tan orgánica…, todo muy visceral. Eso, 9 de disfrute. Entiendo también que lo que para mí era atracción visceral, en otr@ pueda entrar como parafernalia efecticista y tramposa. O sea, que no comparto pero entiendo la crítica.
Pero vaya, yo entraba para hablar del final.
ALERTA SPOILER
Me hizo gracia al leerte porque estoy muy de acuerdo contigo. Lo pensé en el plano final al verla por primera vez, y me hizo gracia hace una par de días cuando, al volver a verla con unos amigos, uno dijo lo mismo: "Esa sonrisa sobra". Y comentamos entre risas que si la peli fuese europea y no USA el chaval hubiera devuelto la mirada, firme, como igual, pero NO SONRIENDO, JODER! ;) Aún así, no creo que la peli justifique el "la letra con sangre entra" y de ahí, tu título me parece exagerado ("Sólo sangre"), aunque es perfecto para tu crítica, eso sí, a nivel literario, digo. Pero al verlo así de entrada en La Casa me extrañó: sólo sangre?? Para mí no.
FIN SPOILER
Pero agradezco tu visión de la jugada y tu interesante crítica. Welcome again!
Gracias chicos! Encantado de escribir por aqui.
@SSR La peli funciona muy bien a nivel de inmersion en la historia, es muy efectista en el buen sentido de la palabra. Tanto el montaje de imagen (a nivel micro, porque a nivel macro a la peli le sobran o faltan 30 minutos) como de sonido son muy buenos. Pero creo que donde falla mas es en un guion que se queda demasiado en la superficie y en ese plano final que me molesto mucho.
Sobre todo en el guion, me parece un cortometraje mal alargado. Creo que es como un chicle al que querian dar forma de otra cosa y se han quedado a medio camino.
En fin, que en general me gusto pero no coincido con el hype.