Crítica de Why Don’t You Play in Hell?

why don't you play in hell?

Conocida la desmesura de Sion Sono (Love Exposure es tan brillante en calidad como bestia en metraje) lo cierto es que a día de hoy la incontinencia explosiva del realizador nipón nos sigue sorprendiendo. Uno se expone sin saber muy bien a qué y se encuentra en Why Don’t You Play In Hell? con un carrusel deslavazado de tonos y estilos, extrañamente cohesionados, pero no siempre bien afinados. Dicho de otra manera, el director ha creado aquí una película compacta y coherente consigo misma pero al mismo tiempo un espectáculo al que se le va la mano por uno y otro lado, un relato incontinente que nunca sabe muy bien cuándo parar y cuando hacer entrar cada uno de sus elementos. Pero igual como a veces nos encanta decir eso de «funcionan sus partes, pero no la suma de las mismas», otras ocurre lo contrario: que lo despendolado de la propuesta, puesta toda junta en dos horas y pico de delirio, extrañamente funciona. O a nosotros por lo menos nos funciona, que esto se escapa de la ortodoxia allá por donde puede e intenta romper esquemas con distintos grados de intensidad. No le parecerá bien a todo el mundo.

Porque a pesar de que esto es una clarísima comedia -una panda de jóvenes voluntariosos se pasan la vida haciendo películas caseras con el sueño de rodar un día en 35 mm.-, también podría pasar en planteamientos argumentales por un thriller serio de yakuzas -dos familias enfrentadas planean darse mutuamente la estocada definitiva tras una década de vendettas-. O por una romcom -un joven se enamora de la hija de un capo mafioso, exaspirante a actriz y asesina despiadada. O una de artes marciales homenaje a Bruce Lee y su eterno mono amarillo. O una relectura postmoderna de la propia postmodernidad. O una película de guro oriental. O, muy especialmente, un ejercicio de metacine. Y sí, todo esto es al mismo tiempo, con salvaje falta de tino y timing, con descompensación generalizada en motivos argumentales y texturas dramáticas Why Don’t You Play In Hell? Una película que no sabe mantener el ritmo cómico, pasando de lo infantil a lo absurdamente hilarante y que desconoce su propio punto de violencia, yendo de lo lírico a lo teatral -el clímax es un descontrol hemoglobal de proporciones bíblicas- y de ahí a lo sórdido. O, mejor dicho, que es brutalmente conocedora de todo ello y gusta de jugar al choque partiendo de la autoconsciencia pop pasada de vueltas: amigo Tarantino, esta vez se han reído de ti.

why don't you play in hell?

En fin, que la última de Sono es a veces un montón de idioteces enmascarando algo serio y otras veces otras cuantas idioteces enmascarando algo simplemente idiota. Pero es una película sólida, estupendamente narrada y dirigida, con un estilo propio incontestable y una voluntad final única y de muy agradecer: la de divertir a lo grande o de irritar con infinito cachondeo -maldita la puñetera canción del dentífrico, sonando una y otra vez-. Y por otro lado se descubre como una película con espacio para reflexiones directas o tangenciales, en un abanico de sutileza u obviedad que abarca temas para todos los gustos. Desde la explotación infantil hasta la frustración adulta, pasando por el amor a prueba de bombas, los delirios de grandeza y la fama. Los juegos de reverencia y desmitificación a los iconos propios de la historia del cine japonés (desde su etapa clásica hasta la sobresaturación de yakuzas y el propio exploit setentero) y, en fin, y de eso va la película, la pasión por el cine. El amor más radical y absoluto por hacer del cine la propia vida y llevarlo hasta las últimas consecuencias, a pesar de que al final el juego de ficción y metaficción se vaya de las manos y termine enredando cualquier propósito. Pero ¿hay un tema posible más inapelable que la pasión? Pues chorra o no, Why Don’t You Play in Hell? habla de eso. O sea que cuidadín con ella.

7/10

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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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Comentarios

  1. Tremenda, un disparate absurdamente divertido o divertidísimamente absurdo, que tanto monta. Al final el invento se le va de las manos, pero a ver quien nos quita lo bailao!

    Y ahora, monsieur Roldan, imagínese que cuando la está viendo, la chica que tiene al lado ES la versión occidental de la 'camerawoman' adulta que sale en la película. El despiporre deviene máximo.

  2. Juas… pues habiendo visto la película espero que la chica en cuestión no FUERA su acompañante.
    (Ahora es cuando me dices que sí lo era y me desmontas).
    Oye, pues igual hasta vimos la peli juntos sin saberlo… lo que me lleva a pensar que podríamos encontrarnos. Carlos et moi estamos por aquí todo el día, así que descubre tu rostro y si te apetece te apuntas en algún momento.

    Abrazo!

  3. …pues va a ser que nein.
    Servidor se despide del festival hasta el año que viene por cuestiones de fuerza mayor.
    Ains, en fin, el año que viene más. Eso sí, el otro hemisferio cerebral de La Casa sigue al pie del cañón hasta que el cuerpo le aguante. Pregunten por Carlos allá donde los niños extraviados.

    (por cierto, tal y como nos trata este año la organización, mejor hago con volverme para casa, madre de fucking Dios)

  4. (¿y por qué demonios no se publican tus comentarios?)

    Coyote dijo:

    Mejorese caballero o que todo vaya bien. Va debidamente identificado el otro hemisferio de la casa?

    Sí, todo va bien, no se me vaya a preocupar nadie. Un ligero contratiempo.

    En cuanto a cómo reconocer al otro tipo, bueno, allá por donde pasa deja un rastro de victoria. Cuando él abandona una habitación, la habitación huele a hombría. Y le he visto destrozar ventanas de vidrio esmerilado con un simple fruncimiento de ceño.
    Ese es.
    De todos modos, si no lo encuentras, deja un mensaje por aquí que él lo leerá.

    Disfrútenme el festival, maldita sea, disfrútenmelo!

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