Crítica de Wind River
Un año más, suena la flauta. Como ocurriera con Comanchería, por lo bajini casi casi, se estrena en Sitges el policíaco (paso ya de usar la etiqueta thriller, hoy en día aplicable a casi cualquier película) del año. Y qué casualidad, se trata de Wind River, debut en la dirección… del guionista de Comanchería. Taylor Sheridan vuelve a los lugares remotos de los Estados Unidos, aquellos en los que la ley parece cerrar un ojo y dejar que las cosas, los casos, se desarrollen a su manera. Y desde ahí, vuelve a asestar un tremebundo golpe a la sociedad americana (y global), criticándola tan sutil como implacablemente desde su disfraz de gélido thriller (aj) que arranca desde que el cadáver semi congelado de una chica aparece en las nevadas montañas de una reserva india. Para descubrir lo ocurrido, Jeremy Renner y Elizabeth Olsen, cazador profesional y agente del FBI por la que nadie da un duro respectivamente, empiezan a tirar del hilo en un pueblo en el que todos se conocen, todos comparten fortalezas y debilidades. Y donde los dramas personales y sus correspondientes estados emocionales tardan poco en hacerse evidentes.
Se puede establecer una red de conexiones entre la que nos ocupa, el anterior trabajo como escritor de Sheridan y, por ejemplo, Winter’s Bone, para captar el estado anímico hacia el que quiere sumirse al espectador. Desde unos parajes gélidos que hacen de marco perfecto para todo ello, Wind River establece con sutil pero transparente claridad sus verdaderos objetivos argumentales, a medio camino entre el drama unipersonal y el social. Aquí hay cabida para denunciar las ineficiencias con las que se suceden desde siempre los flujos migratorios (en el sentido más amplio del concepto), tanto como para criticar abiertamente el escaso interés que desde arriba se deposita en cuidar a las minorías. Pero también la hay para hablar de la pérdida, la añoranza, el resentimiento y la venganza. Todo desde un leitmotiv, homo homini lupus, que parece ser ya recurrente en la filmografía del director, y que en esta ocasión explota a la perfección conforme avanza, con sosegado pero implacable paso firme, por una espiral de terror que nada bueno augura. Su único foco de luz con el que no perder el norte parece caer sobre el personaje de Elizabeth Olsen, excelente interpretación la suya (y van…) por posibilitar una empatía inmediata con el espectador.
Ella, de entrada, hace justamente de eso, de espectador: su personaje absorbe, paciente, todos los inputs emocionales de un no menos soberbio Jeremy Renner, roto por dentro. Desgrana y sufre en primera persona los funcionamientos propios del pueblo en el que va a parar para resolver el misterio. Hasta que le toca tomar partido en un mundo en el que no existen afortunados, sólo supervivientes. Cuando se le hace un nudo en el estómago a ella, se hace en los nuestros; cuando debe mantener a toda costa la compostura, cuando lo que quiere es desahogarse y llorar a mansalva, lo intentamos nosotros también. Y cuando la explosión emocional es lo suficientemente intensa como para llevársela por delante, la acompañamos en la caída. Exquisita composición de personajes por parte de un Sheridan que no duda en dejar momentáneamente en segundo plano el desarrollo del caso, si lo que toca es una nueva capa de pintura, una dimensión más que añadir a sus personalidades.
Contenida salvo cuando no tiene que hacerlo, estudiada al milímetro, y dejando detalles de una gran mano tras la cámara (la conversación inicial entre Renner y Gil Birmingham, padre de la víctima: atención a cuando el primero casi parece desaparecer de nuestra vista de la misma manera que sus palabras de consuelo caen en saco roto para la mirada perdida del segundo), Wind River se convierte en uno de los grandes títulos del año, pide a gritos convertirse en un referente absoluto del género (por mucho que toque tantos palos como para incluso poder definirse de western moderno), y queda marcada en la historia reciente del cine de la misma manera en que lo hace en la memoria del espectador. Implacable y absolutamente obligatoria. Qué suerte ha tenido Sitges.
https://www.youtube.com/watch?v=XVddJOcNpOc
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Un thriller sobrio y contenido en el que brilla su reparto, lo suficiente como para eclipsar su relativa falta de originalidad. Se cuece a fuego lento, para acabar siendo implacable.
Me gustó, pero desde luego no tanto como a ti según parece.
Tal vez el recurso de la pareja de investigadores ya me parece demasiado visto…
Tal vez la agente del FBI se me hizo muy blandita y dependiente sobre todo en la primera parte…
A lo mejor es que incluso aunque reconozco un buen trabajo en la labor de Jeremy Renner, al final acabo siempre viéndole hacer más o menos los mismos papeles de tipo duro un tanto sobrado de testosterona.
En resumen una buena película, pero nada memorable. Se disfruta una vez y gracias.
Si quieren algo más, mejor volver a revisar Comanchería. Solo por Jeff Bridges, ya merece la pena.
Saludos.
Vaya, Gsus, lamento que no te haya gustado tanto (aunque celebro que te haya gustado, un poquito ni que sea). También considero que Comanchería es mejor, aunque también las veo lo suficientemente distintas como para poder meterlas a una distancia muy similar en sus respectivos universos. ¿Se entiende? (Es la hora de la siesta :P)
¡Saludos!