Crítica de Womb
Womb. Qué pereza hablar de Womb. Esta película sobre clones naturales (dígase así, dígase inseminación de ADN en óvulo para revivir a noviete fallecido trágicamente) debería ser algo así como la consagración de Eva Green con un papel hecho a medida: evolución dramático-tórrida, relaciones incestuosas, pesadumbre generalizada… Y cierto es que de todo ello algo hay: el jugo del guión se basa en la relación de la madre con su hijo, que es un clon exacto del difunto padre de quien ella estaba enamorada hasta lo enfermizo. Claro que de esto el hijo nada sabe, y al pobre inocente le cuesta ver las verdaderas (y difícilmente reprimidas) intenciones de la madre. Vamos, que entre un argumento con mucho potencial y un empaque visual francamente acertado (a posteriori, de lo poco que realmente aprueba con nota), la película que escribe y dirige Benedek Fliegauf tiene elementos de sobra para convencer a más de un inocente. Pero ah, aquí está La Casa, al rescate. Aunque tenga muchos elementos válidos, Womb es un peñazo de principio a fin, un tedioso y gélido iceberg de apatía que quiere pero no puede, y se acaba condenando a sí misma por su ¿voluntad? de mantener un discurso tan, tan contenido, como para casi olvidarse del mismo.
Vamos, que a lo que apunta su director (creo) es a tirar de tensión sexual sin caer nunca en lo efectista; como queriendo que el espectador sienta lo que (supuestamente, repito) siente la protagonista. Esto es, una angustia interna motivada por el debate continuo entre los ambiguos sentimientos hacia su hijo. Y no se me interprete mal, que la apuesta es loable; de haber alcanzado su objetivo, hubiera sido todo un descubrimiento. Pero ya sea por la falta de entereza de Matt Smith (el marido/hijo de la discordia… además de ser el Doctor de cierta serie británica), por el propio tempo del film o por la falta de punch de su estilo… no, no ha sido así. Y es que Womb carece de esa sensación de calma chicha que anda buscando, y todo es tan frío, tan normal y tan realista, que al final acaba vulgarizándose, tornándose incluso intrascendente pese a la gravedad de su temática. De hecho, y perdón por el spoiler que viene a continuación, que madre e hijo sólo se acaben enrollando cuando él ya ha crecido, y por tanto ya cuenta con el aspecto exacto de su difunto padre (mientras que ella sigue igual) borra de un plumazo buena parte de su impacto. Vale que no se cuente con los mismos medios que se rejuveneció a Brad Pitt hace unos años, pero algo debería haberse hecho para evidenciar las diferencias de edad.
Así que, como decía al principio, al final sólo aprueba ¡y con nota! su apartado visual. Maravillosa la fotografía, elegante y aséptica, y acertado todo lo que a ella se refiere. No cabe duda de que, como ejercicio de estilo, Womb es una obra maestra. Y como me consta que hay a quien con eso le basta, adelante, que en ese sentido, no saldrá decepcionado. Para todos los demás: huyan por muy fans que puedan ser de Eva Green. O hágase uso de (mucho) café intravenoso. Avisados quedan.
4/10