Crítica de X Files: Creer es la clave
Diez años después de la primera aparición en cines de la aclamada serie Expediente X, y casi seis después del último capítulo emitido en televisión, se estrena una nueva aventura protagonizada por los agentes Mulder (David Duchovny) y Scully (Gillian Anderson), que escribe y dirige el creador de todo este universo, Chris Carter.
Muchas eran las dudas que hacían sombra a esta producción. Estreno demasiado tardío, actores con tan poco gancho como el universo X en sí (sobretodo en el caso de ella, ya que Duchovny ha vuelto a revalorizarse gracias al éxito de Californication), y la aparición de carteles promocionales y trailers más que decepcionantes no parecían augurar nada bueno. Pues bien, lamentablemente esos temores se han convertido en verdades como puños. Nada en X Files: Creer es la clave justifica su mera concepción, o más grave aún, la inversión de tiempo que supone su visionado.
Otra vez toca hablar del pasado, una carga demasiado pesada que ahoga sin remisión a la película. Parece que Chris Carter se ve obligado en recordar una vez más que Expediente X es un producto pretendidamente serio, o por lo menos más verosimil que un Independence Day cualquiera. Por consiguiente, se empeña en convertir una trama absolutamente sencilla y llana en un follón de mucho cuidado, plagado de investigaciones y teorías vacías, torpes diálogos que deberían hacer dudar al espectador sobre sus creencias, y por consiguiente, alargando hasta el paroxismo una historia que, a lo sumo, daba para hora y cuarto.
Cabe reconocer por eso que en sus primeros compases, la película parece complicada pero prometedora, y el espectador se mete con facilidad en el juego de intentar descubrir qué cartas le están escondiendo a través de una atractiva propuesta policial. Sin embargo, no se tarda en comprobar que dichas cartas en verdad no existen. La larguísima investigación policial, llena de lagunas e incongruencias, no deja ni una sola pista para que el público pueda intentar aventurar alguna teoría sobre la conclusión final, por lo que éste se aleja de la película perdiendo todo el interés y limitándose a esperar a que tal resolución llegue de una vez por todas.
Y cuando llega, no deja de suponer una decepción más.
A caballo entre un mal plagio de CSI y una película de serie z, la película está completamente partida en dos tramos que a duras penas guardan relación entre sí. Toda la hora y media inicial dedicada a los palos de ciego que va dando el FBI se resuelven de repente en un golpe de suerte completamente fortuito que nos desvelaremos aquí, que lleva a una media hora final en que todo cambia completamente de estilo y se transforma en una suerte de relato de Mary Shelley (o Bryan Yuzna).
Y a todo esto, de temas paranormales nada de nada, salvo las irrelevantes visiones del cura, un personaje metido con calzador para justificar la X del título (pues si no estaríamos hablando de un thriller vulgar y corriente), que ni aclara nada del argumento, ni ayuda a la resolución del caso.
Pero el pasado hace mella también en los personajes. Mulder y Scully, que por cierto han perdido casi todo el encanto que ofrecían sus oscuros y atormentados rostros, hablan y hablan entre ellos sobre sus años mozos, la importancia de creer en lo increíble, de no rendirse nunca y demás temas por el estilo, tratados hasta la saciedad tanto en la serie, como en la película anterior, como en tantas otras ocasiones.
Y sin embargo, a todo ello se contraponen sus nuevas personalidades, que desvirtúan por completo a sus personajes convirtiéndole a él en un pasota graciosillo en la línea de la antes citada serie Californication, y a ella en una especie de Meredith Grey descafeinada.
El caso de esta última es especialmente relevante ya que supone todo un bloque argumental tan lento e intrascendente como pedante y pretendidamente metafórico, en que asistimos a sus experiencias como doctora, que es a lo que se dedica tras haber dejado atrás (en teoría) su vida como agente del FBI. Se trata con diferencia de los momentos más flojos de toda la película, puesto que Gillian Anderson no logra transmitir nada de los sentimientos que en teoría debería desprender su personaje, y todo el relato en sí es descafeinado y aburrido.
Ni siquiera en sus aspectos técnicos podemos encontrar algo que maquille el batacazo. La inexperiencia en la gran pantalla de Chris Carter es más que palpable en todo momento, y dotan a su film de un agrio gusto a tv-movie demasiado evidente en todo momento, algo que se acentúa en las confusas y poco estimulantes escenas de acción.
Así pues, X Files: Creer es la clave es una total decepción que poco o nada tiene que ver con el espíritu de la serie. Es un thriller policíaco de sobremesa, disfrazado de intelectualoide con harapos torpemente recortados. No cumple ninguna de sus expectativas, pero además resulta sumamente aburrida e intrascendente. De sus casi 120 minutos solo pueden contarse unos tres segundos que de verdad cuentan con alma propia, un chiste relacionado con el presidente George W. Bush que por muy paródico que sea resulta ciertamente encantador. Completamente prescindible.
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Si la primera no le hacía justicia, esta segunda película de Expediente X supone todo un insulto a la serie, convirtiéndose en una broma sin gracia que acaba amargando hasta a quien le perdonara los episodios más idiotas a Chris Carter.
XXXXXXD
Yo le he puesto 0’5 más, pero vamos… Menudo bluf.
jajaja, aún has sido demasiado benevolente y todo!
Vaya, otra película a la que más vale que vaya sin ninguna pretensión. Yo ya contaré como me va la película cuando la estrenen pero tendría que gracia que el mismo fin de semana que iré a ver Superagente 86 resulte mejor esa que Expediente X-2
hombre, es que SuperAgente 86 le pega mil vueltas, que no te quepa duda! De hecho, tengo que escribir aún la crítica, pero del 7 creo yo que no bajará eh?
Ya contarás, saludos!!