Crítica de X-Men: Apocalipsis
Alguien debería decirle Bryan Singer cuatro cosas. Más que nada, para que no siga metiendo una y otra vez la pata, acabando por dilapidar la que, con permiso de Sospechosos habituales, se consideraba su mayor obra: la saga X-Men. Una saga que vio tiempos de gloria con sus dos primeras entregas, y con la primera de su segunda etapa, esto es, la magnífica Primera generación que Singer ni siquiera tocó. No, aquella joya superheroica la dirigió Matthew Vaughn, Singer se reincorporaría con la mucho más mediocre Días del futuro pasado, quedándose con la dirección también de este X-Men: Apocalipsis que baja aún más el nivel. Una película con todo de cara para triunfar: los mejores actores del momento reunidos (Jennifer Lawrence, Michael Fassbender, James McAvoy, Oscar Isaac…), un puñado de supehéroes ya conocidos por parte de todo el público y por consiguiente con vía libre argumental, y un dineral que invertir. Y sin embargo, una decepción que sería de órdago, de no ser por la existencia de las aún peores Batman v Superman y Los 4 fantásticos. Se salva por los pelos, sí; pero si alguien le hubiese dicho a tiempo esas cuatro cosas a Singer, de seguro otro gallo hubiese cantado. Qué pena.
Alguien debería haberle dicho, por ejemplo, que un guion debe aportar algo nuevo en cada una de sus escenas, cosa que no ocurre en una película que durante una hora entera de su metraje se dedica a realizar una elefantiásica introducción, volviendo a explicar orígenes y a justificar personalidades por todos conocidas (por haber sido tratadas en otras cinco películas ya), y olvidándose por completo del devenir de un argumento congelado desde su prólogo y hasta mitad del segundo acto. De hecho, para aligerar el cotarro se le debería haber recordado que la gran mayoría de espectadores de la película ya ha visto tanto las otras cinco entregas (o parte de ellas) como otras muescas recientes de un género, la adaptación viñetera, en vías de sobrexplotación; que no hace falta, aunque se trate de nuevos personajes, explicar cómo llegan a ser de los buenos o de los malos. En vez de eso, hubiese sido mucho más productivo trabajar en sus arcos a lo largo del film, puesto que al olvidarse tan ricamente de ellos, X-Men: Apocalipsis cae en constantes ridículos: algunos secundarios ni siquiera tienen una más de tres líneas de guion y, sin embargo, de golpe son capaces de pegar un giro dramático imposible o de convertirse en el gran cliffhanger de la próxima entrega. Claro que, ya puestos, se le podría haber pedido que revisara cada página para reducir al máximo alguna de las grandes incoherencias del filme: por poner un ejemplo ¿qué hace Magneto con todo el metal dando vueltas a su alrededor durante prácticamente todo el clímax final? Que él no lo ha escrito, de acuerdo (el inenarrable libreto es obra de Simon Kinberg), pero suya es la idea, suyo el retoño, suyas la dirección y la producción. Algo de peso, sus palabras, deberían tener a lo largo del proceso creativo.
Más responsabilidad suya es el tono de todo el asunto, literalmente demencial: la película intenta ser oscura a lo Nolan, ni que decir tiene que no lo consigue; intenta hacerse la graciosa a lo Vaughn, pero tampoco (atención al chiste sobre lo malas que son las terceras partes de las sagas: ésta, de hecho, es una tercera entrega); entonces le da por convertirse en un ejemplo de hiperviolencia gratuita y muy desagradable, no casa en absoluto con la blancura general de la saga hasta el momento, ni con el teórico toque naif que se busca por el hecho de transcurrir en los ochenta. Y a nivel visual, parecería querer buscar un aspecto retro en ocasiones, pero sin olvidarse en ningún momento de los cánones propios de 2016, resultando en un engendro insuficiente para los tiempos digitales que corren, y sumamente hortera para la vista. Un atentado contra el buen gusto que no ha entendido que para buscar un tono retro, se debe apostar por él desde el primer y hasta el último minuto, como hace, so pena de parecer demasiado cansino con el ejemplo, la imperiosa X-Men: Primera generación. Finalmente, a Singer se le debería recordar con urgencia que en la era del cine digital, el croma y la realidad aumentada, lo que menos va a emocionar al espectador es ver efectos especiales a cascoporro, si estos no se entrelazan con personajes carismáticos y se ponen al servicio de la trama, en vez de lo contrario. Lo que ocurre con Apocalipsis es un poco lo de El hombre de acero: mucha pirotecnia visual, pero una nulidad emocional de la que se salva tan sólo en unos quince minutos finales que, a la postre, son los que rescatan del hundimiento definitivo a la función. Cuánto tendría que haberse empollado Singer las películas de la saga Vengadores…
No sé, ha salido todo francamente mal en esta última, cansina, fea última entrega de la Patrulla X. Tenía que haber sido un épico reencuentro entre espectadores y supes, un no va más en la línea de Civil War con un argumento distinto y mucha implicación emocional. En vez de eso, ha quedado en una suerte de refrito con piloto automático. Un calamitoso espectáculo de segunda por mucho que se haya querido disfrazar de primera, con más puntos en común con Batman y Robin (sí, esa: poned una imagen de los malotes de ambas películas al lado de la otra y luego me contáis) que con El caballero oscuro, que es a lo que claramente aspiraba. Los tiempos dorados de la Patrulla han quedado atrás, y o cambian mucho las cosas, o cambian de director de la función, o nos esperan aún más decepciones de la mano de una alianza, Marvel y Fox, que no acaba de dar en el clavo. Suerte de la personalidad desbordante de alguno de sus actores, que si no…
Trailer de X-Men: Apocalipsis
Valoración de La Casa
En pocas palabras
La saga de los X-Men sigue sin levantar cabeza y va acumulando películas olvidables a su colección claramente descendiente. Esta, quizá, marque el punto más bajo.