Crítica de Yellowjackets (temporada 2, episodios 1 a 4)
A la chita callando, la primera temporada de Yellowjackets se convirtió en un fenómeno de culto, y no era para menos: un reparto épico encabezado por Melanie Lynskey, Juliette Lewis y Christina Ricci (ahí es nada), una trama estimulante y una capacidad para generar escenas-icono de manera inmediata, fueron las principales bazas del éxito de la serie creada por Ashley Lyle y Bart Nickerson, heredera directa y rockera (o más bien punkarra) de Perdidos, con toque de nostalgia incluido. Al detalle: las vidas de diversas mujeres vuelven a conectarse inesperadamente, años después de haber vivido juntas un accidente aéreo, que las confinó en una cabaña abandonada en medio de las montañas, sin apenas comida ni, benditos noventa, móviles. A partir de aquí, empiezan a desplegarse misterios de diversa índole, preguntas (qué pasó con las que parecen no haber sobrevivido, cómo consiguieron salvarse las que sí lo hicieron… o qué son esos símbolos raros que aparecen alrededor de la cabaña) para cuyas respuestas sólo nos queda esperar, teorizar, o reemplazar con más preguntas. Y por encima del resto, una gran duda: si estamos ante una serie-fenómeno que vaya a marcar una época, o si se trata, «solo», del mejor placer culpable de los últimos años.
Esta última parece irse dilucidándose: más hacia el guilty pleasure, que a lo generacional, es adonde apuntan los tiros de la (esperadísima) segunda temporada. En este arranque del nuevo curso, la serie no esconde su punto canalla, abraza su condición de serie B y se aleja, por tanto, de mayores pretensiones. Aquí se viene a gozar, Yellowjackets lo sabe y, por eso, sigue coqueteando con sus fans: sigue echando más carne en el asador en forma de alternancia de nuevas preguntas, más angustia montañera y más momentos sorpresivos. Y mantiene su carácter de una fiesta para el público en general, tonteando con el thriller, lo noventero y lo fantacientífico, pero sin que nada chirríe demasiado: algún pasaje puntual eleva decibelios para quedar marcado, pero jamás se pasa de frenada; cuenta con un puntito macabro, pero nada que pueda generar rechazo; hay sobresaltos, pero parecen más piulas que verdaderos terremotos; y hay coqueteos con lo fantasmagórico y lo esotérico, pero la balanza jamás cae del lado del terror puro. Este año, además, premio extra para los nostálgicos: hay incorporaciones al reparto que no hacen sino segregar más endorfinas. En definitiva, todo estudiado para el disfrute y nada más. Y ya es.
No se esperen, pues, excesivas alturas cinematográficas. Yellowjackets es una serie donde lo que importan son los acontecimientos, por lo que la segunda temporada mantiene su libro de estilo formal, limitado a no entorpecer su devenir narrativo. Los guiones, por su parte, siguen sin llevarse demasiado bien con la sutileza, lo que no evita que sus personajes (de lo más carismáticos, ojo) sigan cayendo en lo burdo y lo paródico… acorde con los histrionismos de sus intérpretes. Todo según lo planeado y esperado, insisto. Agradecidísima línea continuista sin pretensión de dar gato por liebre, para seguir siendo uno de los entretenimientos más honestos y desprejuiciados de los últimos años.
Así, el único pero que se le puede achacar es el que ya padecía, justamente, Perdidos circa temporada 3. ¿Recordáis cuando la serie lostie empezaba a dar la impresión de no saber por dónde ir? La misma sensación empieza a percibirse en la segunda temporada de Yellowjackets. Al menos, hasta donde se nos ha permitido ver, claro. Una primera mitad que carece del ritmo endiablado de la temporada anterior porque, de tantos frentes que abre, se va desnortando trayéndose consigo una inevitable rebaja revoluciones, conforme se obsesiona con alguno de sus frentes abiertos, que reitera en demasía.
De momento, nadie se asuste: parece que le cuesta arrancar, pero la miríada de momentos tan molones como cabía esperar, sigue ahí. Quién sabe, quizá los primeros cuatro episodios de la segunda temporada de Yellowjackets sirvan de disposición de piezas en pos de un plan maestro, que tomará su forma definitiva en la siguientes cuatro. Bien se merece, esta orgía de nostalgia y cine de género, un poco de paciencia por nuestra parte. Eso sí, cuando acabe la temporada nos sentamos de nuevo y vemos si los chicles, mejor no estirarlos demasiado; o si, por el contrario, aún le queda mecha a una serie que, si sigue jugando bien sus cartas, puede seguir agrandando el culto a su alrededor. Ojalá.
Trailer de la temporada 2 de Yellowjackets
Yellowjackets - Temporada 2. Cuidado con el efecto Perdidos
Por qué ver Yellowjackets - temporada 2
Vuelve Yellowjackets y lo hace apostando por una línea continuista que sigue rechazando (¡menos mal!) todo atisbo de gravedad y solemnidad en pos de la gozada pura, en forma de más dudas, más pistas, más teorías, más rollo noventero y más reparto épico. Ahora bien, parece que a la segunda temporada le cuesta arrancar más de lo que hubiésemos querido…