Crítica de Yesterday
Vamos a empezar a tener que reconocer que tenemos un problema, para así poder ir tomando medidas en el asunto. El problema tiene nombre y apellidos: Danny Boyle. El otrora molón cineasta, quien nos apabullaba con sus cámaras locas y movimientos salvajes (Trainspotting) o sus experimentos en los géneros más inesperados (28 días después, Sunshine) se ha convertido en una suerte de versión hipervitaminada de sí mismo. Y vale. Pero la cuestión es que no sabe estarse quieto, y ya se trate de un thriller, un drama o una comedia romántica, va a seguir con sus movidas tras la cámara. Lo cual es una gravísima amenaza para cualquier título que venga con su firma, ya que no siempre vamos a necesitar planos aberrantes, montajes que pretendan volarnos la cabeza, o demás virguerías. Cada película tiene su propia personalidad, se debe saber interpretar para aportarle el tono que requiera. Pero Boyle, a estas alturas, ya está demasiado por encima de todo esto. Él va a hacer un Boyle guste o no.
El caso de Yesterday es el ejemplo más flagrante hasta la fecha: el guión de Richard Curtis (Love Actually, Cuatro bodas y un funeral) no quiere ser más que una comedieta romántica para pasar el rato, de corte clásico e inocencia supina. La típica propuesta para ir a ver en pareja y dejar que el azúcar fluya. Tiene una premisa curiosa, en la que un tipo se despierta en un mundo en que nadie conoce a los Beatles y se lucra con ello, pero tarda poco en aparcar cuestiones fantacientíficas, posibles dramas personales derivados de la ambigüedad moral de dicho acto… nada, nada, aquí se viene a poner sonrisa tonta y esperar a ver si chica y chico se quieren o no, se arrejuntan o no, etc. ¿Motivante? Para quien esto escribe, francamente no demasiado. Ahora bien: ¿lícito? Totalmente.
Pero entonces llegamos con nuestro problema. Yesterday es una película vulgar y corriente, inocua y destinada a su público, pero Danny Boyle pretende hacer de ella otra de Sus Obras, y la trufa de excesos visuales, de relamidos planos y montajes, que si algo consiguen es desconectar a quien les preste un mínimo de atención. Siempre que el film se acerca a algún punto álgido, aparece Boyle y tuerce el plano, o se saca de la chistera un horripilante efecto especial para montar un par de escenas, o mete al personaje principal en una metáfora de garrafón (nada rompedoras: las típicas pantallas gigantes con el personaje en medio). Son sobradas (por no decir algo menos biensonante) que se tornan molestas por completamente innecesarias. Por su condición de artista, cada director debería tratar de impregnar de su firma sus obras de arte; pero eso no significa que puedan funcionar los mismos recursos en una película de yonquis, una de zombies, una de niños indios que quieren ser millonarios y una comedia romántica de aspiraciones tan mediocres como honestas y, por tanto, en absoluto molestas.
Vamos, que Yesterday es en esencia una comedia tontorrona y vulgar, sin espacio para el drama ni el conflicto. Pero a este nivel funciona perfectamente, consiguiendo una excelente química entre Himesh Patel y Lily James, sacando un personaje curioso de la figura de Ed Sheeran, y dando el justo protagonismo a una hilarante Kate McKinnon, que hace valer oro cada una de sus apariciones. Lástima que Boyle haya pretendido hacer de ella una obra superior, forzando a una película que no quería hacer el menor ruido, a ser Algo Importante. El mundo sin los Beatles sería un mundo peor, sí. Pero Yesterday sin Danny Boyle hubiera sido un nuevo hito para los fans de Notting Hill y demás.
Trailer de Yesterday
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Una comedia romántica tan idiota como inocua, que sin embargo se encuentra con un problema inesperado: un director que pretende hacer de ella un nuevo hito de histrionismos marca de la casa.