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Crítica de Ynglet (PC)

“Un juego de plataformas sin plataformas”, afirma orgulloso el principal responsable de Ynglet. Bueno. Lo aceptamos aunque, dos cosas: uno, que aunque tengan pinta de marshmallow sí son plataformas, en tanto que si te caes de ellas reapareces en el último punto de control. Y dos, que qué más da. El nuevo juego de Nicklas Nygren, aka Nifflas, está lo suficientemente codificado como para poderlo jugar sin más indicaciones que las que ofrecen las ocasionales pantallas de tutorial y al mismo tiempo se siente como algo único y estimulante. De tan bonito que es. De tan estéticamente cuidado, de tan sinestésicamente placentero que se muestra en todo momento. ES un plataformas. Pero vale, quizá distinto del resto de plataformas.

Voy a empezar por el principio: en Ynglet el jugador encarna a una suerte de bicho indeterminado, algo parecido a un paramecio microscópico -un space dolphin, dicen ellos-, que se mueve en un mundo minimalista: el fondo siempre es blanco (hasta que se vuelve negro) y los elementos con los que interactuar para llegar a una meta (normalmente avanzando de izquierda a derecha) ofrecen sus notas de color… y sonido. El objetivo es ese, ir de un punto A a un punto B recogiendo por el camino algunas piezas opcionales en pos del completismo y, en esencia, aprovechando las capacidades propias (una especie de dash a usar una sola vez) y las herramientas que ofrece el entorno: ciertos obstáculos permiten rebotar contra ellos, otros desplazan al jugador a velocidad de vértigo por la pantalla, otros pueden ser atravesados y recargan de nuevo el dash. Es un sistema de mecánicas más viejas que el hilo negro que, sin embargo, parecen nuevas y excitantes. Y eso a pesar de que el trabajo de Nifflas nos pueda remitir a Flow. O a Hohokum. O incluso a Ecco the Dolphin. Pero está tan lleno de detalles de buen gusto que, lo dicho, parece nuevo, único: desde esa banda sonora reactiva de ambient a la que contribuyen los preciosos efectos de sonido hasta el artwork de Sara Sandberg, que incluye no sólo ese diseño artístico de los niveles sino la propia pantalla de selección, que representa un mapa de la ciudad de Estocolmo.

Es muy difícil explicar por qué Ynglet es tan, tan bueno. Es una cuestión puramente sensorial, supongo. Un tema de gamefeel, de vibras casi zen. Una respuesta sináptica motivada por los incontables stendhalazos que va sufriendo el jugador constantemente. Y contado así pierde. Y contado así parece demasiado simple. Y podría apelar al cliché. Y voy a hacerlo: a veces las cosas aparentemente simples son las más brillantes. Ynglet es, holgadamente, ambas cosas: sencillo en apariencia e infinitamente genial en ejecución.

Gameplay de Ynglet

Ynglet: un sensorial plataformas... sin plataformas
  • Xavi Roldan
4.5

Por qué jugar a Ynglet

A Loop Hero le ha salido competidor en la carrera al juego indie de 2021. La propuesta del sueco Nicklas Nygren es minimalista y aparentemente humilde, pero esconde infinitas virtudes mecánicas y artísticas diseñadas para enamorar a las manos, los ojos y el cerebro

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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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