Crítica de Yo, Frankenstein (I, Frankenstein)
Caprichoso que es el cine a veces, manda narices. Resulta que los consumidores no alérgicos al blockbuster nos pasamos cada temporada de estrenos veraniegos o navideños lamentando que las películas comerciales no repartan toda la pana que prometían: que si los Transformers se pasan de inocentes, que si los superhéroes se pasan de personalidades oscuras, que si Godzilla es un peñazo… y luego llega una de acción con un 80% de su tiempo (¡como poco!) a base de mamporros, y nos quejamos igual. Claro que es que la cosa se las trae. Con el mítico personaje de Mary Shelley como reclamo, Yo, Frankenstein es la enésima revisión/reinvención en clave gótico-casposa de los personajes de terror clásico. Si Underworld enfrenta vampiros con licántropos en una guerra de color azul oscuro, y Van Helsing infla al cazador de Drácula para una de héroes sobrenaturales pintada de verde, ahora la criatura de Victor Frankenstein se convierte en un luchador aliado con las gárgolas para combatir una suerte de vampiros. Y lo hace (después de una introducción situada doscientos años atrás que repasa el mito original al tiempo que lo viola sin pudor alguno) en la actualidad y siguiendo el argumento del cómic original, escrito por Kevin Grievoux. Se las trae, decíamos, porque por mucha acción que haya, a Yo, Frankenstein, como película, no hay por dónde cogerla. Literalmente.
Todo en ella puede provocar escozor en diversos puntos (que mejor no concretar) del cuerpo del espectador, siendo quizá el más molesto de los picores el que provoca la sensación de que, simple y llanamente, este engendro es indigno de la gran pantalla. Asylum lleva a cabo producciones que (en ocasiones) tienen formas más elevadas que la que nos ocupa; SyFy estrena (a veces) tv-movies con mayor dignidad. Yo, Frankenstein es un auténtico desastre ya desde su desvergonzado aspecto de sacacuartos realizado, se diría, dando por válido eso de la menor inversión y el mayor rendimiento. El planteamiento formal de su director (Stuart Beattie) es un dechado de impersonalidad y plagios de los peores referentes, dando como resultado una acumulación de desfasados ralentíes, manieristas encuadres y forzados travellings, que bien podrían haber sido copiados y pegados de cualquier otro sub-exploit de acción y ciencia-ficción. Por su parte, la evidente falta de inversión se traduce en una puesta en escena tan pobre como para caer en lo pueril, una suerte de paso atrás en relación ya no sólo a las sagas antes citadas, sino a videojuegos que ni siquiera forman parte de última generación. Más allá de un maquillaje 3D (cuya opción sigue siendo facultativa por parte del espectador, algo que parecen haber olvidado los responsables del film condicionándolo y de qué manera), los efectos especiales palidecerían ante un episodio de relleno de Babylon 5, serie que pese a su condición de añeja, le pasa la mano por la cara también en lo que a caretas y látex se refiere. Y lo de los cromas, por mucho que se intenten disimular con filtros azules, clama al cielo.
Una cutrez, vaya; caspa pura y no de la buena, por ser involuntaria. Y es que Beattie se toma la cosa muy en serio, creyendo estar llevando a cabo el espectáculo definitivo. Y definitivo sí puede que sea, pero tanto para su carrera como para la de muchos de los actores metidos en el embrollo: salvo por un Bill Nighy que ya está de vuelta de todo (ya aparecía en Underworld precisamente, y haciendo más o menos el mismo papel) y parece no verse afectado por descalabros de semejante calibre, Yo. Frankenstein debería ser el entierro definitivo de la faceta comercial de un Aaron Eckhart sencillamente horroroso en su papel protagonista. Su monstruo de Frankenstein, apenas rozado por las tribulaciones que se le suelen atribuir al personaje, es aún más apático de lo que ya de por sí es un muerto viviente hecho de cachos de otra gente y carente de alma; y a última oportunidad suena también para Jay Courtney, que desde que salió de Spartacus ha ido de batacazo en batacazo hasta culminar, aquí, con la peor de sus interpretaciones y la peor de sus películas. Culpa tanto de todos ellos como de un Beattie que también firma el guión (¡Jesús!), plagado de clichés, de twists imaginables desde el primer minuto y de torpísimos virajes hacia la vía fácil, y carente de toda sutileza, profundidad, evolución, o mimo por sus personajes.
En fin, que Yo, Frankenstein. Nada en ella funciona y prueba de ello es que no se le puede dar siquiera el beneficio del entretenimiento. Sí, se pasan casi toda la película brincando, volando y arreándose de lo lindo; pero está todo tan mal orquestado desde todas las facetas imaginables (ya hemos hablado de la dirección, los efectos, la fotografía, el guión y las interpretaciones… ¿hace falta que abramos también la herida de la banda sonora?) que se acaba tornando soporífera. Imposible sentir emoción alguna más que la vergüenza ajena. Imposible disfrutar con un clímax tan generoso en su duración como desastroso en su mera concepción (pseudo-plagios de Matrix, a estas alturas) y desaprovechado hasta la médula. Sólo queda reírse de lo lindo. Sí, pero a su costa.
2/10
¿Por qué no crearán un personaje nuevo y darle vida propia (nunca mejor dicho)? Tiran de personajes ya existentes y así sale: un producto que como mucho entretiene pero que defrauda. Yo, Frankenstein no logra estar a la altura de versiones anteriores ni tan siquiera de Underworld. Buena crítica.
Gracias, majo! (y perdona por la tardanza)
No, efectivamente, no se puede comparar a Underworld porque le haría ganar enteros a una saga, por lo demás, igualmente despreciable xD
Saludos!
Porfavor esta película es completamente plagio en ideas de la saga de libros y película Cazadores de Sombras, un poco de imaginación no daña a nadie pero lara qué les sirve podiendo plagiar?