Cutrecon 10 – Las perlas que nos dejó el festival del cine cutre de Madrid
El festival del cine cutre por antonomasia llega a su primera década de vida, cambiando de recinto y trasladándose a los Cines MK2 del Palacio de Hielo de Madrid (los Cines Dreams de toda la vida, vaya), pero fieles a su espíritu y con sus organizadores dándolo todo, pese a los infames tiempos que corren.
Este año venía fuertecito, pese a varios cambios de fechas, hasta acabar celebrándose el fin de semana del 19 al 21 de marzo, Año I DC (Después del COVID). La película que dio el pistoletazo de salida al evento (y a nuestros ojos) fue Campo de batalla: La Tierra, que fue presentada por uno de sus guionistas, J.D. Shapiro, basándose en unas novelas de ciencia-ficción del creador de la Cienciología, de ahí que John Travolta pasee por la pantalla sus plataformas, las garras de Disfraces Paco y unas rastas que ya querría para sí el primer Melendi.
El escritor fue amable y divertido, cagándose repetidas veces en dicho largometraje, que en su momento le vendieron como La lista de Schindler del cine sci-fi. Nada más lejos de la realidad. También confesó no haber visto jamás el filme completo y que prefiere el dolor de una cirugía ocular sin anestesia a su visionado. No obstante, en el contexto de la CutreCon, Campo de batalla: La Tierra adquiere una nueva dimensión y provoca la hilaridad en el espectador. Ojalá una saga de esto en lugar de más entregas de Avatar. ¿El reparto lo estaba dando todo o eran conscientes de la chorrada que estaban haciendo, y de ahí esas interpretaciones tan histéricas?
La película comenzó una hora después de lo previsto, tras algún fallo en el sonido de la sala. Pero la espera mereció la pena, ya que también pudimos disfrutar de un turno de preguntas y respuestas con el mentado Shapiro, que también estuvo firmando copias del guión, para quien lo necesite en su ilustre retrete.
El sábado comenzó con mucha fuerza, gracias a Pyscho Goreman, película canadiense del cineasta Steven Kostanski, que ya nos brindó hace unos años The Void. En ella se aúnan gore que salpica, humor negro y grueso, monstruos con diseños geniales tipo Power Rangers con presupuesto, personajes geniales y mucha nostalgia bien. Dos hermanos desentierran por error una gema que revive a un monstruo con poderes sobrenaturales, al que pueden controlar a su antojo. No obstante, la criatura pretende liberarse y otros monstruos andan en su busca… Puro género y un título muy festivalero, a tener en cuenta desde ya.
Sin embargo, la tarde fue un poco cuesta abajo, «gracias» a la horrenda Birdemic, sobre el ataque de unos pájaros del Windows Movie Maker, que haría que Hitchcock saliera de su tumba para arrancarse los ojos y volver a enterrarse, y R.O.T.O.R., una ciencia-ficción ochentera de culto, pero con menos presupuesto que el departamento de literatura en Sálvame.
La noche mejoraba un poco con la mítica Masters del Universo, con Dolph Lundgren, su peculiar forma de hablar, su mullet y Frank Langella sacado de una fiesta de Carnaval. Los de Mattel aún reniegan de ella.
El domingo, día del señor, para compensar la ausencia en misa, se proyectó una sesión doble robótica, que haría henchirse de orgullo a Paul Verhoeven: Robovamp, donde un sosias cutre de corchopán de Robocop se enfrenta a vampiros y fantasmas saltarines, y Robotrix, inenarrable, donde las haya, en la que una mujer robot debe capturar a un mad doctor, que ríete tú de los de AstraZeneca.
Nuestros ojos siguieron sangrando por la tarde, cortesía del maratón de acción MEGATON, que dio inicio con Raw Force, que mezcla acción, artes marciales de saldo, zombies, actuaciones descacharrantes, tetas por doquier, algo de gore, explosiones pre-CGI y un toque de canibalismo. Un popurrí muy divertido y estúpido, que hizo las delicias de los asistentes.
Algo peor fue la cosa con Deadly Prey, un Rambo de mercadillo, como lo definió el director y organizador de la CutreCon, Carlos «Oso» Palencia. Una especie de Blanco humano – El malvado Zaroff, donde unos mercenarios, para entrenarse en combate, secuestran por error a un viejo soldado de Vietnam, con la intención de darle caza en el bosque (o en el parque tras la casa del director). Una cosa sin sentido, absurda, pero divertida, aunque pesada en exceso. Cuenta con una secuela rodada 30 años después, átense los machos.
La noche se cerró con la proyección de Kill Squad, donde la esposa de un ex combatiente de Vietnam es violada y asesina, por lo que el tipo reunirá a su equipo para cobrarse una violenta, graciosa y sangrienta venganza.
Y así finalizó la décima edición de la CutreCon, que también nos sorprendió con los saludos en vídeo de Steven E. de Souza (Street Fighter) o Sam Firstenberg (El guerrero americano), clásicos del cine salchichero que estuvieron en Madrid en pasadas ediciones del festival.
Carlos Palencia, antes de decirnos adiós frente al cercano toque de queda, nos advirtió que el próximo año, la CutreCon regresará, con el leit motiv de los dinosaurios como reclamo. Tocará untarse bien de vaselina las tragaderas. ¡Hasta 2022, si el COVID quiere!