Sitges 2022

Festival de Sitges 2021

Las mejores películas de Sitges 2020

A continuación un listado con las películas que hemos visto y estamos viendo del festival. Vamos a ir ordenándolas de mejor a peor, con la idea de acabar sacando un buen listado con las mejores películas de Sitges 2020 según el criterio de La casa de los horrores. Haz clic para leer las críticas y ver sus trailers.

  1. Host ★★★★
  2. Possessor ★★★★
  3. Un efecto óptico ★★★★
  4. Relic ★★★½
  5. Impetigore ★★★½
  6. Baby ★★★½
  7. Amulet ★★★½
  8. Freaky ★★★½
  9. 12 Hour Shift ★★★½
  10. She Dies Tomorrow ★★★
  11. Sputnik ★★★
  12. Sea Fever (Contagio en alta mar) ★★★
  13. Save Yourselves! ★★★
  14. The Owners ★★½
  15. Surge ★★½
  16. Península (Train to Busan 2) ★★½
  17. Becky ★★
  18. Black Water: Abyss ★½
  19. Hosts ★
  20. The Pale Door ★
  21. Wendy ★

Palmarés de Sitges 2020: lista completa de películas ganadoras

Un año especial, y no en el mejor de los sentidos. La pandemia ha cambiado la forma de consumir cine y de consumir cine en Sitges, que además de ver mermado el número de sesiones y de asistentes, ha proyectado menos películas que de costumbre, y en vista de la calidad de muchas de ellas, han sido demasiadas. No, no es el 2020 el año por el que se recordará el festival de Sitges. Pero algo bueno se ha visto, y ha habido consenso: la mejor película del año es la que todos querían, así que menos da una piedra. Aquí el listado completo de ganadores:

Sección Oficial Fantàstic a competición

Mejor película
Possessor Uncut (Brandon Cronenberg)

Premio especial del jurado
La nuée de Just Philippot

Mejor dirección
Brandon Cronenberg (Possessor Uncut)

Mención a la dirección
Natalie Erika James (Relic)

Mejor interpretación masculina
Grégoire Ludig & David Marsais (Mandibules)

Mejor interpretación femenina
Suliane Brahim (La nuée)

Mención a la interpretación femenina
Marin Ireland (The Dark and The Wicked)

Mejor guion
Márk Bodzsár, Juli Jakab & István Tasnádi (Comrade Drakulich)

Mejores efectos especiales
Maks Naporowski, Filip Jan Rymsza, Dariush Derakhshani (Mosquito State)

Mejor fotografía
Tristan Nyby (The Dark and The Wicked)

Mejor música
Bingen Mendizábal & Koldo Uriarte (Baby)

Gran Premio del público a la mejor película
La vampira de Barcelona (Lluís Danés)

Mejor cortometraje de género Fantástico
The Luggage (Tsai Yi-fen)

Mención al cortometraje
Rutina: La prohibición (SAM)

Noves Visions

Mejor película
My Heart Can’t Beat Unless You Tell It To (Jonathan Cuartas)

Mención a la película
El elemento enigmático (Alejandro Fadel)

Mejor dirección
Laura Casabé (Los que vuelven)

Mejor corto Noves Visions Petit Format
Luz Distante – Parte 1, Les desventurades (Santiago Reale)

Midnight X-treme

Premio del público a la mejor película
The Queen of Black Magic (Kimo Stamboel)

Sitges Documenta

Premio a la mejor película Ivan, O Terrível (Mario Abbade)

Blood Window

Premio Blood Window
Marea alta (High Tide) de Verónica Chen

Jurat de la Crítica

Premio de la Crítica José Luis Guarner
Teddy (Ludovic Boukherma & Zoran Boukherma)

Premio Citizen Kane a la dirección revelación
Jonathan Cuartas (My Heart Can’t Beat Unless You Tell It To)

Carnet JOVE

Premio Jurado Carnet Jove al mejor largometraje de género fantástico
She Dies Tomorrow (Amy Sei metz)

Premio al mejor largometraje de animación
Seven Days War (Yuta Murano)

Premio al mejor cortometraje de animación
Red Rover (Astrid Goldmisth)

Brigadoon

Premio Brigadoon Paul Naschy
Horrorscope (Pol Diggler)


Seguimiento de la edición número 51 del festival de Sitges 2018

Un año más. Tropecientos van ya. Un año más podréis encontrar en La casa de los horrores un seguimiento detallado al festival de Sitges. Cada vez es más complicado acudir a él: los hay que trabajamos entre semana, pero también los hay que nos cansamos de luchar contra un sistema de acreditaciones de prensa cada vez peor.

Quizá Sitges 2018 sea uno de los mejores años que le recordemos: Gaspar Noé, Lars Von Trier, John Carpenter, Nicolas Cage, Tilda Swinton, Ed Harris, Tilda Shyamalan, Ron Perlman… la lista de nombres es infinita, y la mayoría de ellos vienen con proyecto bajo el brazo.

O concierto, en el caso de John Carpenter.

Por fin un año de películas relevantes, por fin un año prometedor. Una pena que se nos limite el número de entradas a las que poder tener acceso. Y es que de los 40 tickets a los que podemos meter mano, sólo cinco son para sesiones importantes. Cinco. Si quieres ver una película importante en este festival, debes hacerlo a las 8 de la mañana en el Auditori. Oh, perdón, ¿que trabajas y sólo puedes acudir a la ciudad catalana por las noches? Pues casi que te quedes en casa, que para ti, el Festival queda vetado.

Así que nada, de la retahíla de nombres que os hemos apuntado intentaremos que aparezca la mayoría de sus títulos, pero no prometemos nada. No podemos. Pero sea como sea, Sitges 2018 está aquí, y La casa también. Y nuestra voluntad vuelve a ser consumir películas a granel durante estos días, sea de un modo u otro, así que preparaos para una sección que va a crecer exponencialmente durante los días que siguen…

La milla verde del festival de Sitges – Por Mario Parra

Esta 51ª edición del Festival de Cine Fantástico de Sitges ha estado plagada de polémicas, quizá con lo que se queda la mayor parte de un público ávido de salseo, pero también de mucho cine, estrellas e innumerables sesiones con un público entregado. Como dijo Ángel Sala, director del festival, este año se han vendido un 4% más de entradas que el año pasado, algo que confirma la vitalidad del evento y del cine de género en particular.

Por mi parte, no pude disfrutar de todas las películas que quería, pero sí me quedo con un puñado de títulos muy recomendables, y también de otros completamente olvidables.

Para empezar, la norteamericana The Wind, acerca de una pareja que, en la época del salvaje Oeste y viviendo ellos solos en una apartada cabaña, se enfrentan a una presencia maligna que afecta principalmente a la mujer. Un filme que juega con lo sobrenatural y la paranoia, sin saber muy bien en qué momento lo que vemos es real o la imaginación de la mujer, pero que resulta soporífera y acaba recurriendo a unos efectos de saldo y unos sustos risibles, pese al minimalismo imperante en todo momento en la cinta.

Llegamos así a la primera maratón de medianoche, cargados de Red Bull y buenos sentimientos, pero también con el miedo a poder roncar en la sala. La Nit del Diable comenzó con The Devil’s Doorway, un torpe found footage (no saben darle matarile a este cansino subgénero), acerca de dos sacerdotes vaticanos que en 1960 llegan a un convento de clausura, que nada tiene que ver con la reciente La monja, para investigar unas apariciones fantasmales de niños y que se acaban encontrando con un ser demoníaco que habita entre las paredes del lugar. Sustos de subir el volumen al 120%, música extradiegética que no viene a cuento y unas decisiones de guión irrisorias para comenzar la sesión. A su favor, valorar la escasa duración del filme y algún momento de terror conseguido.

The Axiom continuó con la mala sensación de que ese maratón estaba plagado de aquellos títulos baratos que por sí mismos no merecían el coste de una entrada individual. Un grupo de amigos se adentran en un bosque apartado, con el fin de hallar a la hermana desaparecida de una de ellas. Al penetrar en dicho paraje llegan a una especie de universo paralelo, donde unas criaturas son capaces de suplantar a los humanos para acabar con su vida. Película muy del estilo de Antena 3 por la tarde, con un diseño de criaturas por encima de la media para esta calaña de obras, pero que causó el sopor del respetable. Difícil de digerir y, por tanto, restaba fuerzas para culminar la madrugada.

Pero entonces apareció la salvación, proveniente de Indonesia: May the Devil Ttake You, del siempre interesante Timo Tjahjanto, donde una familia en una cabaña se enfrenta a una temible maldición desatada por el padre años atrás. Obviamente, suena a muchas películas y nos recuerda al Sam Raimi más salvaje y rural (esta última comparación no es en vano), pero estamos ante una obra maestra que pervierte el subgénero de los fantasmas vengativos pálidos y asiáticos, para adentrarnos en un tren de la bruja demoníaco que desata los latidos del corazón al más puro estilo Usain Bolt. Un peliculón que te mantendrá en tensión hasta los créditos finales y que te acompañará en tus pesadillas durante un tiempo. Solo decir que, volviendo a casa, a eso de las 6h de la mañana, procuraba no pensar en ella para no tener que soñar con sus tremendas imágenes…

Tocaba despertarse un par de horas después, con un buen café en mano, para la proyección de la coreana Monstrum, donde parece ser que una criatura está devorando a los hombres del lugar y está contaminando la zona con un virus. Dos ex soldados del emperador son enviados a dar caza a este ser, en caso de existir. Una agradable mezcla de comedia, terror, acción y aventuras para una monster movie asiática simpática y digerible, pese a algunos momentos algo patéticos (cierto humor más casto que Kiss FM) y un final demasiado de cara a la galería.

Por la tarde tocaba el esperado pase de Wofman’s Got Nards!, el documental sobre la gloriosa cinta ochentera Una pandilla alucinante de Fred Dekker, en la cual unos niños de un pueblo estadounidense, que crean un club, deben enfrentarse a los monstruos clásicos de la Universal: Drácula, el Hombre Lobo, Frankenstein, La Momia y la Criatura de la Laguna Negra; mejor equipo que el Dream Team culé, oiga. Un filme que, pese a la maravillosa idea que tenía, unos diseños estupendos de las criaturas y momentos para la gloria, pasó con más pena que gloria por los cines americanos, hasta que consiguió ser un título de culto décadas después. El documental, dirigido por el protagonista, ya no tan niño, habla acerca de la producción, los diseños y efectos, el estreno en cines y tv, las reacciones de los implicados ante su fracaso, y se centra en demasía en su segunda mitad en el fenómeno fan a su alrededor, mucho menos interesante que tratar la producción o el diálogo con los cineastas que realizaron el filme. Pero sin duda, una propuesta muy simpática, donde te ríes y hasta puedes soltar la lagrimita en algún punto.

Segundo maratón del último fin de semana del puente, con más cafeína en el cuerpo y rezando a Cthulhu y a King Kong para que la velada fuese agradable y con menos truños de los habituales en esos horarios. Nadie oyó mis ruegos al otro lado vista Christmas Blood, en la que un psicópata disfrazado de Papá Noel persigue a jovencitas fiesteras por Noruega para hacerles la liposucción con su bien afilada hacha. El guionista, quien presentó el largometraje, reconoció que comenzó a escribirlo con unos 12 años. Y se nota. Una película malísima, que ni siquiera invita al aplauso con sus muertes o a la risa cómplice del espectador. Primera oleada de sueño que se cierne.

Obviamente, todo puede empeorar, y así sucedió con An Incredible Violence: unos actores escogen un trabajo por el cual se meten en una casa en mitad del campo para rodar unas secuencias, cuyos guiones les llegan por fax a diario, aunque siempre tienen que interpretar las mismas escenas, que se van pasando de castaño oscuro y paulatinamente se hacen más macabras, violentas y peligrosas. Un director muy mediocre sirve este gazpacho de géneros para sufrimiento de un público poco entregado. No es divertida, no da miedo, pero bueno, en ningún otro lugar tendrían cabida este tipo de títulos.

Y puesto que parezco el Señor Scrouge, me voy a poner benévolo y entusiasta con la mejor película de la noche, Gonjiam: Haunted Asylum, donde los coreanos vuelven a salvarnos del tedio. Un grupo de jóvenes, a través de un programa de Youtube (Wismichu nada tuvo que ver, prometido) que trata de introducirse en lugares encantados y malditos, decide entrar con nocturnidad y alevosía en un manicomio abandonado lleno de historias de gallina en carne, como chicos desaparecidos, suicidios al entrar en determinadas salas del lugar, apariciones fantasmales, ruidos extraños…, vamos, el Disneyland de Corea del Sur. Una cinta que cumple con creces y demuestra que aún se puede utilizar con habilidad el manido recurso del metraje encontrado. Unos personajes interesantes y unos sustos muy conseguidos. Y atención al estupendo escenario, que no lo querría yo ver por mi vecindario.

Mas no todo puede ser alborozo, ya que Dead Night cerró la noche de muerte, sí, pero hablando mal. Un grupo de brujas empieza a fastidiar a una familia de retiro en el campo para sobrellevar el cáncer del cabeza de familia. Un filme sin ton ni son donde solo compensa la actuación de Barbara Crampton, una experta en estos lares terroríficos, aunque no consigue salvar una película que, pese a su brevedad, solo puede ser recordada por esos spoilers que se suelta a sí misma en forma de show televisivo donde relatan los sucesos del bosque de marras. Infumable.

La recta final del certamen se iba aproximando con el visionado de la británica Dream Demon, en la que una joven de buena familia a punto de casarse empieza a sufrir unas extrañas y aterradoras pesadillas, hasta el punto de que los demonios acceden al mundo real para hacer de las suyas. Un interesante filme, que recuerda en ocasiones al mejor Freddy Krueger, con unos efectos de maravilla y un punto de humor inglés que le sienta genial. La película es del año 1988, pero en su momento se perdieron todas las copias disponibles, hasta ahora. Su director presentó amablemente la obra y al acabar se prestó a varias preguntas de la platea. Una genialidad poder haber recuperado esta joya oculta, que peca de exceso de metraje y locura en su tramo final, pero que merece la pena rescatar.

Para culminar un puente lleno de altibajos, pero disfrutable y con encanto en todo momento, tocaba maratón sorpresa en el Auditori del Hotel Melià Sitges, la mejor sala del festival con diferencia, porque mejor no hablar del ruido en los pasillos de Tramuntana o del poco espacio entre filas. Dicha proyección empezó con la japonesa I Want to Eat Your Pancreas, un anime basado en una novela, que no versa acerca de una invasión zombie con predilección por la casquería humana. Se trata, por el contrario y por desgracia, de una edulcorada historia de amor entre un joven solitario y taciturno, dedicado siempre a la lectura, y una joven vivaracha y con miles de amigos, cuyo páncreas deja de funcionar. Una cinta romántica cargada de buenos sentimientos y con momentos que te incitan a soltar el lagrimón, pero que poco tiene que ver con el género fantástico. Bonita pero olvidable.

Summer of 84, la copia de Stranger Things pero cambiando monstruos lovecraftianos de otra dimensión por un asesino en serie que aterroriza un vecindario, es un producto de pura nostalgia, con buenos personajes (no todos carismáticos) y un final muy atrevido, pero que no termina de despegar. Eso sí, la relación entre los chavales y el que creen el psicópata está muy bien llevada.

Y para acabar, la que había sido una de las sorpresas de este año en la ciudad catalana, el título nipón One Cut of the Dead. Un pequeño y cutre equipo de cine está rodando un filme de zombies, pero se topan con una auténtica invasión de muertos vivientes. Una rareza que se centra más en los entresijos del rodaje y no es tanto una comedia de terror como una comedia sobre el mundo del cine. Funciona y en el último tramo que tienes que reír, pero es un poco decepcionante.

Para mí esto fue todo en el Festival de Sitges. ¡Pero volveremos a encontrarnos!


Sitges 2017: Un 50 aniversario con más sombras que claros

Tras varias ediciones de titubeos y comentarios por lo bajini, el Festival de Sitges tenía en 2017 la oportunidad de dar un golpe en la mesa. Era la edición número 50, se prometían alegrías en forma de edición inolvidable… Y sin embargo acabó pasando a la historia como otro más. Un nuevo año de infinidad de películas olvidables en el mejor de los casos, con pocos títulos realmente trascendentes, y por tanto, un nuevo año plagado de maratones de pérdida de tiempo.

Títulos gordos sí hubo alguno, siendo La forma del agua el más sonado. Pero por lo general, desde que el festival de Sitges empezó a vender su alma al diablo, no ha levantado cabeza. Obligaciones contractuales que obligan la programación de diez títulos inenarrables por uno digno; centenares de películas que se traducen en carreras de un cine a otro para intentar cubrir ni que sea una de las decenas de secciones… y en general un festival más centrado en eventos (la zombie walk) que en cuidar su programación, optando por un público al que lo que menos le interesa es lo que va a ver.

Mientras el chio no cambie, la cosa va a seguir por estos derroteros. Angel Sala, el actual director del festival, está encantado con los números que hablan de récord en récord de asistentes.

Claro que se le olvida comentar que se ha creado una sala, la Tramuntana, que debería estar prohibida por su ínfima calidad. Que la prensa debe pagar una cantidad respetable de dinero para conseguir una acreditación que luego no le vale para todas las películas (por lo que deberá pagar más si quiere acceder a ellas). Que se acreditan cientos y cientos de medios, blogs, webs, influencers… por lo que antes de empezar el festival, ya se ha recuperado parte de la inversión.

Y lo peor: se le olvida comentar que año tras año, la sensación crítica es igual: una tendencia al negativismo que debería obligar a un replanteamiento profundo de un festival mítico, 50 años lleva. Entrañable, porque Sitges es y será siempre Sitges. Pero que lleva dando palos de ciego varios años, al apostar por el dinero rápido antes que la calidad. ¿Éxito? Sí. ¿Durabilidad? Está por ver.


Sitges 2013 – ¿El último buen año del festival?

Recuperamos para esta sección nuestro especial Sitges 2013… que hicimos antes de acudir al certamen. Es como entrañable, ¿no? Sobre todo en comparación de lo que pasó después.

¿Qué hay que ver de esta edición? ¿Qué vale la pena? ¿Cuál es la película que podría convertirse en la sorpresa de la temporada? Ahí va nuestra propuesta, basada en películas ya vistas, y lo que creemos, por lo que nos llega y por lo que conocemos de sus responsables, que puede convertirse en la típica película de la que todos hablan…

100% Sitges – Nuestras esperanzas

Sitges es Sitges, y por mucho que se disfrace de festival de grandes películas, grandes autores y mayores gafas de pasta, una gran parte de su público sigue acudiendo año tras año esperando ver las mejores muestras de sus géneros favoritos. Esto es, terror, fantástico, ciencia-ficción, y todas sus variables posibles. Por tanto, empezamos este especial buscando las propuestas que, este año, pueden dar la campanada sin avergonzarse de pertenecer a los géneros a los que pertenecen. O por lo menos, eso esperamos. Allá van nuestras mayores esperanzas…

The Green Inferno

Quienes busquen emociones fuertes puede que las encuentren en The Green Inferno, retorno de uno de los hijos pródigos del festival como es Eli Roth. No sabemos nada de ella porque pretendemos mantenernos vírgenes hasta su visionado, pero tratándose del responsable de Hostel, a quien ahora le ha dado por contar una de caníbales en los mismos parajes en que se rodó Aguirre, la cólera de Dios… esto puede ser muy intenso.

The Sacrament

Otro que regresa, y con la oportunidad de redimirse ante sus detractores o bien condenarse definitivamente, sin que por ello afecte a su número cada vez más grande de fans. Hablamos de Ti West, a quien se le reserva el honor de clausurar el festival con su última propuesta, este The Sacrament que va de tres reporteros metidos de lleno en una comuna pseudo-religiosa. El caso real sobre el suicidio colectivo de Guyana sirve de punto de partida para esta pesadilla que puede convertirse tanto en lo más destacado como en lo más condenable del año. Veremos.

All Cheerleaders Die

Lucky McKee debutó con May. Y hace poco nos deleitó con una salvajada titulada The Woman. Chris Sivertson no tuvo suerte en su empeño, pero intentó hacérselas pasar putas a Lindsay Lohan en Sé quién me mató, y eso le horna. Juntos dirigen y escriben esta historia de universitarias que van cayendo a manos de un enemigo que podría ser sobrenatural. Hablan de una noche llena de mutilaciones. Compramos.

Hellbenders 3D

J.T. Petty nos cayó bien desde el momento en que le conocimos. Fue cuando presentó el estimable western de terror The Burrowers, el año (2009) en que se lió una buena con una protectora asustada de la posible piratería del festival (si queréis saber más, preguntadnos desde los comentarios). Ese día, él dijo que lo que quería era que se vieran sus películas, y que si tenía que ser vía p2p, así fuese. Apasionado de su trabajo, ahora Petty regresa con una suerte de Cazafantasmas a lo bruto, que no es sino la adaptación de su propio cómic. Buena pinta.

We Are What We Are

Vimos la versión original de esta película, conocida como Somos lo que hay, y nos dejó de piedra. Lejos de ser perfecta, lo que ofrecía la película de Jorge Michel Grau era una pesadilla de esas que te envuelven por completo sin necesidad de recurrir a artificios comerciales, sino simplemente, dejando fluir su tremebunda historia de una familia de caníbales. Ahora presenta un remake Jim Mickle, quien hasta ahora progresa muy adecuadamente en el género: suyas son Mulberry Street y Stake Land y ya se sabe, no hay dos sin tres.

El cachondeo padre

A continuación un listado de películas de aquellas que vienen bien a cualquier hora. Máxime para desengrasar tras un día especialmente exigente. Comedias (muchas de ellas de presupuesto ínfimo) que se toman el género al que pertenecen (principalmente el terror) por el pito del sereno…

Stalled

Durísimo drama de personajes sobre la incomunicación y la soledad… Mentira, en realidad la película de Christian James va sobre un tío que se queda encerrado en un retrete, mientras una invasión zombi se abre camino en la oficina. Divertida y disparatada, sumamente ingeniosa y mucho más respetuosa con el género zombi que infinidad de propuestas similares, Stalled se descubre como una de las propuestas más frescas del festival. Y cae de puta madre, además, habida cuenta del escasísimo presupuesto que se gasta. Nosotros la adoramos.

The Battery

Como también adoramos The Battery directa competidora de la anterior en la lucha por ser la película de zombis con presupuesto más bajo de la historia. En esta ocasión se nos presenta a dos amigotes, aparentemente los últimos dos supervivientes de una infección generalizada que ha convertido a toda la humanidad en muertos vivientes. Y claro, hacen lo que dos amigotes harían: jugar a baseball, beber cervezas, pescar, y aburrirse como una ostra. Muy curiosa, original y hasta cierto punto arriesgada. Al acabar su visionado le dan ganas a uno de coger una cámara y lanzarse a la aventura.

The World’s End

Mayor pedigrí se gasta esta propuesta, cierre de la trilogía del cucurucho que arrancó con Zombies Party para seguir con Arma fatal. Edgar Wright se vuelve a reunir con Simon Pegg, quien se trae a su vez a más o menos todos los actores británicos actuales (Desde Nick Frost a Martin Freeman) para contar la historia de un grupo de amigos que se reúne una vez más para pasearse por todos los bares de su pueblo de infancia… qué resulta que parece haber sido invadido por aliens. Diversión y humor con toque british para una producción que, si nos preguntáis, mola pero no alcanza las cotas de hilaridad anteriores.

Bad Milo!

Es una chorrada como un piano, una broma alargada durante hora y veinte, sobre un tío en el que vive un bicho maligno. Sí, literalmente: vive en él, y sale y entra por la única poeta que tiene a su disposición. El culo del tío. Con semejante premisa, Jacob Vaughan construye una producción pequeñita pero vistosa, con una marioneta fácilmente perdurable en la memoria del espectador tanto por sus pintas como por protagonizar un nada desdeñable homenaje a películas tipo Critters o Basket Case. Sumadle la presencia de Gillian Jacobs, y entenderéis nuestra postura al respecto. Haced una cosa: vedla y luego, si tenéis ganas de patearnos el culo (o introducirnos bichos raros por él), no os lo tendremos en cuenta…

Big Ass Spider

Parece mentira lo difícil que nos van a poner ver esta película: perdida entre maratones imposibles a altas horas de la madrugada. Quizá debamos tomarlo como una advertencia: la calidad de esta película puede ser hiriente. Pero qué queréis. Esto va de una araña gigante destrozando alguna ciudad de la EEUU. ¿Cómo no sentirnos atraídos por ella? Pinta a chunga, a tv-movie nivel The Asylum. La presencia del héroe Greg Grunberg confirma esas sensaciones. Pero… en serio, ¿para qué esperar nada? Con que alcance los niveles de gloria casposa de Arac Attack!, nuestro cerebro ya se encargará de segregar las endorfinas necesarias…

Terror de guays

Vamos a meter en este apartado una selección de aquellas películas que pese a moverse claramente en los mundos del terror, pretenden buscar nuevos acercamientos, a veces incluso subvertir el género y, por qué no reconocerlo, dárselas un poco de cool no sin cierta pedantería. Ese cine que encanta a quienes, precisamente, no son muy de pelis de miedo de toda la vida…

Borgman

Bastante revuelo ha causado la que desde el propio festival de Sitges definen como relevo natural de Canino. Borgman es perseguido por un grupo de gente armada, por lo que se refugia en la casa de una familia adinerada. Su presencia altera completamente la estructura de la misma… y hasta aquí podemos leer. Como pasaba más arriba, la del director holandés Alex van Warmerdam forma parte de ese grupo de cintas de las que esperamos ser sorprendidos.

Byzantium

Esta gótica propuesta de holgada producción y actrices de primer orden (Gemma arterton y Saoirse Ronan) representa el regreso de Neil Jordan al género vampiro. Para ello, el de Entrevista con el vampiro se traslada a los tiempos que corren pero con un argumento bastante atemporal: dos mujeres, diríanse madre e hija, diríanse inmortales, buscan su supervivencia a costa del género opuesto, y montando un burdel. Pero los conflictos morales asoman, así como sentimientos que ni un vampiro de vuelta de todo podría calmar. Película irregular y que irritará a fans de los chupópteros al cargarse buena parte de su mitología; pero que va calando poco a poco hasta dejar huella.

Chimères

Típico ejemplo de película de terror que no quiere ser de terror pero sí quiere serlo. Lío. A ver, esto va para un chico a quien atropellan estando de vacaciones por Rumanía. Para sobrevivir al accidente le hacen una transfusión de sangre, pero eso le acaba suponiendo importantes cambios. Algo malo, viciado, había en esa sangre nueva. Y de eso se entera también su novia, quien sin embargo apuesta por tratar de reconducir su relación antes de huir despavorida. ¿Lo veis? Terror que intenta ser otra cosa. Pero ojo, que se dicen de ella cosas bastante buenas…

Contracted

En esta tenemos puestas muchas expectativas. Más que nada, porque será la primera que veremos en esta edición del festival. Pero también porque su argumento mola y su responsable, también. Dirige Eric England, experto en terror con películas como Madison County. Y va de un proceso de zombificación por parte de una mujer que, tras una noche de sexo con un desconocido (amén de otros excesos) empieza a sangrar por donde no toca, a arrancarse la piel a tiras… Para más inri, resulta que es lesbiana. Y por lo visto, en algún momento de la película decide contagiar a quienes se le pongan por delante sin necesidad de haberse convertido del todo en muerta viviente. Buena pinta.

Haunter

Apuntamos Haunter al final de la lista y sacrificando por ello infinidad de películas que bien podrían haber aparecido por aquí (Kiss of the Damned, Proxy, Patrick…), porque creemos que es justo darle a Vincenzo Natali una última oportunidad. Porque en su día nos sorprendió con Cube, y porque desde entonces sus intenciones siempre han pasado por adentrarse en los mundos del terror y la ciencia-ficción, si bien los resultados no hayan acabado de acompañar. A ver si ahora, al fin, se redime con esta familia muerta pero de cuyo estado no-vital tan sólo parece estar al corriente la hija. Abigail Breslin (que repite este año con la muy reivindicable The Call) protagoniza.

Sitges, WTF?

Como cada año, para la presente edición se cuelan en el festival películas extrañísimas. De aquellas que dejan a la platea unos segundos en silencio, antes de aplaudir y abuchear a partes iguales. De esas que son más poesía que prosa cinematográfica (esto dijo Xavi de una de ellas en concreto, y me parece la definición más acertada que pueda hacerse de ellas), y que bien pueden considerarse como una paja mental de autores con complejo de David Lynch. Somos muy de esta clase de películas, nos han entre gustado y encantado todos los títulos que vienen a continuación… Pero vedlas bajo vuestra cuenta y riesgo.

A Field in England

De todo lo que vaya a verse por el certamen esta será, con toda seguridad, la que más ampollas genere. Y es que hace apenas un año, Ben Wheatley se llevó el premio a la mejor actriz y al mejor guion, y a punto estuvo de llevarse el del público por Turistas, aquella comedia salvaje en la que una pareja cogía una caravana para irse de vacaciones y mataba a todo el mundo para no aburrirse. Pues bien, con A Field in England cambia radicalmente de registro: unos fantasmas se encuentran se encuentran en pleno campo de batalla de las guerras civiles inglesas y caminan. Caminan en busca de cerveza, de un tesoro escondido y de setas alucinógenas. La película, a caballo entre la comedia y el drama de personajes, es tan rara, pero tanto, que lo primero que ve el espectador es un rótulo impreso en pantalla avisando de que contiene imágenes estroboscópicas…

The Rambler

Y hablando de rarezas, hete aquí The Rambler, historia de un hombre (Dermot Mulroney, por cierto) que sale de la cárcel y comienza un viaje de camino a casa de su hermano por las profundidades de la América profunda (valga la redundancia). Se encuentra con un mad doctor que cree ser capaz de recoger los sueños de la gente en VHS, con exnovias de las que parece no poder librarse, con bichos raros y lucecitas parpadeantes en el cielo, en un galimatías más complicado de fondo que de forma, alegórico hasta decir basta, y sumamente irritante… hasta que se le pilla el tranquillo y, entonces, se disfruta y de qué manera. Y es que el bagaje serie B que se gasta acaba encandilando…

Upstream Color

Si su anterior trabajo ya era una rareza de tres pares de narices (Primer), con la que ahora presenta en Sitges Shane Carruth ya se convierte en el tipo más extraño del cine actual. Upstream Color habla de muchas cosas, cosas sumamente cotidianas como el amor, la incomunicación o la mera condición del ser humano. Pero lo hace mediante gusanos que se meten en el cuerpo de los protagonistas, compositores que buscan sonidos perfectos para sus obras y alegorías con cerdos. Estimulante y agotadora a la vez, la película tiene tantos números para provocar abandonos masivos de la sala como para ser considerada lo mejor del año.

Wrong Cops

Los habituales de La Casa ya deberían haber tomado buena nota de Quentin Dupieux, fijo en Sitges por sus dos trabajos anteriores, que lo revolucionaron todo. Sobre todo el primero de ellos, aquel Rubber que todos conocemos como la de la rueda asesina. Después de ella vino Wrong, y ahora llega Wrong Cops, una peli de polis… en un mundo en el que los policías ya no son necesarios. Este cineasta va a la suya, por lo que puede uno esperar cualquier cosa de su propuesta más reciente (ya llega otra, Réalité, de momento en fases de post-producción). Para nosotros, es una de las citas más obligatorias del año.

Les rencontres d’apres minuit

Yann Gonzalez debuta, en la dirección en largos, con una cinta que causó sensación en la pasada edición del festival de Cannes. Y ya se sabe que Sitges, por muy de fantástico y terror que se las dé, en realidad tiene complejo de Francia. Así que podremos ver a esta pareja con hija travesti que propone una orgía que aglutina poesía, fantasía y sexo, en una película que, dicen, podría haber aparecido tranquilamente en la filmografía de Almodóvar (no sabemos si en la del primer Almodóvar o la del manchego pre amantes pasajeros…). Ojo: sale Eric Cantona; este no se pierde una…

Sitges d’auteur

Ya que acabamos de mentarlo, metamos de lleno el dedo en la herida: Sitges cada vez es menos terror y fantasía, y más autor, indie. Para la edición 2013 se ha programado una infinidad de películas pata negra, como Sólo Dios perdona, o Closed Courtain. Pululará por el festival la de James Franco y también la última de Joss Whedon (esa Mucho ruido y pocas nueces que por La Casa aún no sabemos cuánto la amamos y cuánto la odiamos). Imposible seguir el rastro de todo lo autoral que podrá verse en los tres cines del certamen, así que tomad estos cinco títulos como mera fuente de inspiración…

Goltzius & The Pelican Company

Peter Greenaway, cuya presencia en Sitges no es extraña, sigue a lo suyo haciendo del cine un punto de encuentro entre otras artes. Con su último proyecto, mezcla un intercambio de golpes entre pintura y teatro cuando Goltzius le pide a Margrave de Alsacia que le ayude con sus historias bíblicas ilustradas, y a cambio su compañía de teatro representa cuentos y divertimentos de toda clase para su mecenas. Amantes de las gafas de pasta, ¡reuníos! (Y si lo hacéis avisadnos, que nosotros estaremos ahí los primeros…)

Bad Film

Shion Sono estrena, por fin, su Bad Film, ese mastodonte de 160 minutos que empezó a rodar en 1995, mientras llevaba a cabo Tokyo GAGAGA, esa suerte de performance poético-guerrillera que revolucionó Japón. La película jamás vio la luz, pues se quedó sin presupuesto a medio camino, pero ahora por fin se estrena prometiendo una virguería de ínfimo presupuesto y espíritu revoltoso, de obligado visionado para los seguidores del de Himizu. Por cierto, Sono estrena también Why Don’t You Play in Hell, este año, en el festival…

Gente en sitios

Casi nadie había en la sala cuando Juan Cavestany estrenó, en Sitges, Dispongo de barcos. Y una vida comercial prácticamente nula es la que obtuvo más tarde, cuando se distribuyó de forma más general (juraríamos que se estrenó directamente en DVD…). Una pena, porque hasta la fecha, sigue siendo una de las mejores películas españolas recientes. Por eso le tenemos tantas ganas a Gente en sitios, nuevo encuentro entre director y protagonista (Antonio de la Torre), a quien esta vez se les juntan, ojo, Ernesto Alterio, Carlos Areces, Raúl Arévalo, Luis Bermejo y Eduard Fernández entre otros. Imprescindible, seguro.

Only Lovers Left Alive

Jim Jarmusch, señoras y señores. El de Bajo el peso de la ley pasea por Sitges su último trabajo, este Only Lovers Left Alive que de la mano de Tom Hiddleston, Tilda Swinton, Mia Wasikowska, John Hurt, Jeffrey Wright y Anton Yelchin presenta la historia de amor centenaria de una pareja de vampiros que arranca cuando él, músico deprimido de Detroit, va en busca de ella, que vive en el Tánger. Pista 1: se habla de una mezcolanza de cultural de aúpa. Pista 2: Boyero la ha odiado con toda su alma. Sólo puede significar una cosa: estamos ante algo grande, seguro. (Por otra parte, ¿cuándo ha fallado Jarmusch?)

Possession

Otro habitual incorregible del festival: Brillante Mendoza regresa a l’Auditori tras haber estrenado, hace un par de temporadas, la sobrecogedora Kinatay. Ahora se trae consigo Possession, una nueva pesadilla mediante la que el filipino estudia las posesiones desde su habitual perspectiva marcadamente al margen de lo establecido. Como de costumbre, sólo sabemos de ella que va de un periodista estudiando a un grupo de alumnos, según ellos bajo el efecto de espíritus malignos. Todo lo demás es un misterio, un melón a abrir dentro de unos días. Ganas.

Las imprescindibles (en principio)

Acabamos por lo que bien podría haber sido el principio. Dando un repaso a las cinco películas llamadas a ser los platos más fuertes del año, ya sea por relevancia, expectativas o calidad natural. Si sólo podéis ver cinco películas, y no os importa demasiado el género al que pertenezcan, probad con estas, las que más se comentarán cuando todo esto arranque motores…

Big Bad Wolves

Aharon Keshales y Navot Papushado, oriundos de Tel-Aviv, establecieron las bases de una filmografía muy a tener en cuenta con su ópera prima, presentada en Sitges 2010, Rabies. Y ahora confirman expectativas con Big Bad Wolves. En ella, thriller feroz e hiperviolento (dicen), un padre que acaba de perder a su hija decide tomar la justicia por su mano, persiguiendo al presunto culpable del asesinato. Las críticas hasta el momento son excelentes, pero todas coinciden en una cosa: no apta para estómagos débiles…

Escape from Tomorrow

Esta. Esta es la película que hay que ver. Nadie sabe de qué va la cosa, hasta ahora se ha visto tan sólo en un par o tres de festivales, y el secretismo que la rodea es total. Sabemos que Randy Moore se llevó a su equipo a Disneyland, para rodar la historia de un padre que pierde su trabajo y se lleva a su familia al parque de atracciones, donde conoce a un par de adolescentes que le hacen perder la cabeza. Sabemos que Disney no está nada contenta con la película, que de hecho se rodó sin su consentimiento, parece ser. Y sabemos que esto puede levantar ampollas. Todo lo demás habrá que descubrirlo, y según dicen, es mejor que no te lo cuenten. Os recordamos su tráiler, y nos damos cita con vosotros a las puertas de la sala.

Grand Piano

Tras un Agnosia que sólo convenció a unos pocos, Eugenio Mira parece haber dado con la tecla con esta nueva propuesta, en la que un pianista es amenazado de muerte: o toca perfectamente la partitura que tiene ante sus narices, o recibirá el tiro de un francotirador que se esconde en alguno de los palcos. Argumento simple y directo al grano, reparto internacional (Elijah Wood y John Cusack) y muy buenas críticas son las principales credenciales de la cinta, que servirá como inauguración oficial del certamen…

The Wind Rises

Si bien se haya elegido lo último de Ti West para clausurarlo, el cierre oficial de Sitges 2013 no puede ser otro que The Wind Rises, que sin embargo tan sólo podrá verse en un pase, de seguro lleno hasta los topes. Mala organización y peor trato el que recibe la última película de Hayao Miyazaki. Última, sí, porque entre otras cosas, lo que clausura esta cinta de animación a la vieja usanza es la filmografía del responsable de Mi vecino Totoro. Su pasión por los aviones, los sentimientos humanos y el drama de la segunda guerra mundial se dan cita en la que de seguro será la Gran Obra Maestra del festival. Hacednos caso, si es necesario, comprad mediante reventa la entrada.

The Zero Theorem

El amiguete por excelencia, tanto del festival como de todos los amantes del cine en general. Terry Gilliam regresa a Sitges con su nueva propuesta, tras los habituales problemas de financiación, rodajes imposibles y montajes aún peores. Siempre le pasa algo al bueno de 12 monos, pero al final acaba sacando hacia delante la mayoría de sus proyectos (¿para cuándo su versión de Don Quijote, señor Gilliam?) que es lo que cuenta. Y menudo proyecto, The Zero Theorem: con Christoph Waltz, Matt Damon, Tilda Swinton y Ben Whishaw entre otros, se nos propone un futuro distópico a caballo entre 1984 y Brazil, seguramente tan barroco como de costumbre. E igualmente estimulante…

…Y nos hemos dejado infinidad de propuestas en el tintero. No hemos hablado de documentales, pese a que este año entre Rewind This!, Blackfish, Leviathan o Jodorowsky’s Dune hay calidad para parar un tren. Ni tampoco hemos hablado de los grandes clásicos que se reestrenan, restaurados y en algunos casos hasta en 3D, como El desierto de los Tártaros o El mago de Oz. Pero ya se sabe: Sitges es Sitges, y tanto da que uno se prepare, seleccione, busque, y rebusque. En el momento menos pensado, una película de la que nadie había oído hablar se convierte en la sensación del año, un clásico remasterizado revienta la taquilla… En fin, ¡lo mismo hasta Machete Kills o Insidious 2 acaban siendo las grandes!

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