mejores peliculas verano

¡Verano en La Casa! Las mejores películas de verano

Fiesta, alegría, calorcillo, buen rollo y tal. Descalzaos todos y hundid vuestros malditos pies en la arena, que os hemos preparado uno de nuestros especiales estacionales que es para caerse de culo. Eso, en la arena.

Porque esto es como aquel celebrado especial que hicimos en Navidad pero en versión playera. Y si ese nos quedó bastante apañado, atención este otro, que es la versión corregida y aumentada, puro despiporre. Nada menos que veinte de nuestras secuencias y/o películas playeras preferidas de todos los tiempos, un compendio de lo que da de sí un pedazo de tierra y unas olas de mar metidos en unos cuantos fotogramas. Una selección para todos los gustos. Una lista donde se conjuga lo mejor y lo puto peor, con perdón, pero siempre con el denominador común playero.¡Y sin colar el beso de De aquí a la eternidad!

Si es que qué más se puede pedir, oigan…

Pasad, remojaos las canillas y a disfrutar…

CHARLOT EN LA PLAYA (Charles Chaplin, 1915)

Abrimos lista con esta aventura de Chaplin al más puro estilo él, en el que se iba a la playa a ligotear y pasar un día tranquilo. Sí, claro. Nada más empezar la película, ya colaba un resbalón con cáscara de plátano y uno de sus patentados trucos de intercambio de sombreros con la excusa del viento, una carrerita, varios trompazos y ala, a playear; que por allí se personaba una joven y el buen vagabundo se decidía a conquistarla. Pero ni el dueño del sombrero, aún picado, ni el marido ricachón de la joven, ni un agente de la policía que pasaba por ahí (y, claro, terminaba recibiendo también) iban a ponerle las cosas tan fáciles. Menos mal que en un banco cercano había otra mujer, más joven y guapa.

Otro de los numerosos cortos que rodó el cómico de cómicos inglés, este justo después de haber firmado contrato con la Essanay, algo antes de su etapa Mutual. Y una más de las hilarantes minipelículas que lo colocaron ahí arriba antes incluso de que se atreviera con el largo.

Slapstick en vena y con sabor a mar.

LAS VACACIONES DE M. HULOT (Jacques Tati, 1953)

Tati se iba a la playa de vacaciones y se llevaba consigo su pipa y su gabardina para construir y encarnar por primera vez a su icónico personaje. La intención era principalmente liarla, echar mano de distintos registros humorísticos, del slapstick (de nuevo) más evidente a la sutilidad de la mirada más ácida y dando un papel muy destacado al efecto sonoro como fuente de gags en su comedia casi silente. Y de paso por el camino retratar, con cachondeo y no poca absurdidad los seres que parasitan toda sociedad occidental estival, desde los ricachones y las clases «bien» hasta los veraneantes urbanos.

Brillante toda ella, y llena de enormes secuencias concretas. Léase aquel delirante partido de tenis o la secuencia de la puerta batiente en el bar. O gags visuales tan logrados como el de la canoa partiéndose por la mitad o el del camarero cortando el filete en consonancia con el volúmen del tripón del cliente. Por citar un par.


Genial.

NOVIO A LA VISTA (Luis García Berlanga, 1954)

De unir los elementos veraneo patrio costero, Luis García Berlanga, Juan Antonio Bardem y Edgar Neville sólo puede salir algo bueno. Si pensamos que por ahí se deja ver José Luis López Vázquez ya la cosa puede ser de traca. Lo es. Traca simpática, amable y aparentemente inofensiva. Pero ah, quien crea que algo de Berlanga puede ser inofensivo va pero que muy equivocado.

La tercera película del director valenciano trasladaba el domingueo playero a la España de 1914, donde un matrimonio de clase media intentaba emparejar a su hija con el jovencito adecuado. Ella, que era un poco díscola, en realidad estaba más pendiente del de más allá.


Socarronería y la habitual crítica social, más suave y varios años antes que las superlativas Plácido o El verdugo en una de las grandes del cine español de los 50. Y eso que no es ni de lejos de las mejores de Berlanga. Y en realidad hasta la navideña Plácido puede resultar un rato estupendo para una noche calurosa de las que nos esperan (o no) en las próximas semanas.

ATTACK OF THE CRAB MONSTERS (Roger Corman, 1957)

Roger the man Corman dirigía a finales de los 50, con su soltura habitual (esto es presupuesto mínimo e imaginación al máximo), un nuevo monstruoso, tan de la época, y que en esta ocasión enfrentaba a la expedición científica de turno a una horda de cangrejos mutados, agigantados más allá de los límites de lo sensato. Ya sabéis, miedo atómico y toda la parafernalia Guerra Fría.

La historia era que los exploradores llegaban a una isla en busca de una expedición anterior que había -oh, sorpresa- desaparecido. La cosa es que los cangrejos se los habían zampado a todos y habían asumido sus consciencias, así que en cierto modo Attack of the Crab Monsters también era una de fantasmas, o de posesiones o lo que fuera.

Pero lo que era, en cualquier caso, es una divertida comedia, perdón, fantasía atómica, con algún que otro puntazo salvaje (partes del cuerpo cercenadas; y estamos hablando de 1957), unos cangrejos gigantes amarionetados (nada de transparencias, estos eran tan tangibles como casposillos) y todos los elementos imprescindibles de ese tipo de producciones: una galería de personajes tópica, unos diálogos postizos y una total ausencia de prólogo y epílogo.

No es su película más inspirada, ni de larguísimo, pero nos encanta.

SIMBAD Y LA PRINCESA (Nathan Juran, 1958)



Que Ray Harryhausen es un grande, pues mirad, todos lo sabemos. Que es uno de nuestros santos patronos en La Casa de los Horrores, pues casi que sí, alguna que otra vez os habremos dados la chapa con ello. Cómo resistirse pues a colar algo del mago del stop motion en esta tan festiva lista. Así que vayamos a lo grande, que Simbad y la princesa no es sólo uno de sus mayores logros, sino probablemente la mejor película en la que ha estado implicado en toda su carrera. 

Secuencias memorables, a patadas. La que nos interesa, esa en la que Simbad y su tropa llegan a una isla a por provisiones y nada más desembarcar se encuentran que un horripilante cíclope cornudo les da la bienvenida de forma poco amistosa. Suerte que por ahí corre Thorin Thatcher con su lámpara mágica y libera a un genio de parvulario que contiene al cíclope mientras ellos salen por piernas. Más plastilina que en la fábrica de Play-Doh y el viejo Ray dándolo todo. Para verla un millón de veces, y con eso me refiero a TODOS. Es más, como alguien se la pierda, un ejército de esqueletos vendrá directamente salido de Jasón y los argonautas y lo coserá a espadazos.

CON FALDAS Y A LO LOCO (Billy Wilder, 1959)

Si puede haber una película que hemos visto cincuenta veces, esa es Con faldas y a lo loco . Supongo que no necesitará presentación. No sé, igual recordatorio sí. Tenemos a Tony Curtis y Jack Lemmon, músicos en un local que presencian un asesinato por parte de unos gángsters. Huyen, se disfrazan de improbables féminas y se esconden entre un grupo de mujeres instrumentistas en el que trabaja Marilyn Monroe y que se dirigen a Florida. Allí, enredos, dobles y hasta triples personalidades, encuentros clandestinos en yates, los gángsters que aparecen para animar el cotarro y Osgood soltando ese emblemático Nadie es perfecto. Todo, claro, en un ambiente playero de lo más efervescente, hasta el punto de que en cuanto se acerca el calor a uno le entra el cuerpecillo ese extraño itch por volver a rescatar Con faldas y a lo loco. Mi consejo, hacedlo.

007 CONTRA EL DOCTOR NO (Terence Young, 1962)

Personalmente las aventuras del agente secreto menos secreto de todos los tiempos (un espía que va cascando su nombre a troche y moche ni es espía ni es nada) nunca han sido santo de mi devoción. Spaulding tiene una cierta simpatía hacia el personaje y debo reconocer que las primeras tenían su qué. De acuerdo.

Como esta Dr. No que hizo las delicias, plano icónico de Ursula Andress mediante, de todo hombre hetero allá por los 60. La muchacha salía de pescar coquinas, gigantesco cuchillo en ristre y luciendo bikini ante los ojos atónitos de un Bond que literalmente flipaba escondido tras su cocotero.

A nosotros nos sigue molando y nos parece supercool, pero sí es cierto que en tiempos de sexualidad casi liberada y de top models despampanantes pululando por todas partes, el plano de marras puede resultaros poco electrizante, más teniendo en cuenta su versión remozada, Salida del agua de chica en bikini con Halle Berry en el centro, pero la verdad es que en el momento fue un pelotazo y levantó las iras de los de siempre. Y sólo por ese dato ya vale la pena.

UN OPTIMISTA DE VACACIONES (Henry Koster, 1962)

James Stewart y Maureen O’Hara de vacaciones a la playa. ¿A alguien más le da buen rollo sólo de pensarlo? En fin, a él seguro que no: mr. Hobbs se merece unas vacaciones en la costa. Tranquilas, relajadas y con su mujer, en plan íntimo, incomunicados y alejados de todos y de todo. Lástima que los planes de ella sean muy distintos: básicamente, la mujer quiere reunir a toda la familia. Que no es poca.

Y claro, al final va a ser el propio Stewart quien tenga que encargarse de que cada uno pueda pasar un verano en condiciones resolviendo los problemas personales de hijos y nietos, aunque sea a costa de sacrificar sus propias vacaciones.

Divertida comedia clásica de corte algo sesentero, a todo technicolor y con algun que otro nombre de relumbrón en su equipo: a parte de la pareja protagonista, el guión era de Nunnally Johnson y la música de Henry Mancini.

Después de comer, entra finísima.

ESCÁNDALO EN LA PLAYA (William Asher, 1963)

Musical yeyé, este ya 100% sesentero y destinado principalmente a la muchachada de la época. De hecho fue parte de un plan de la America International Pictures para poner en marcha una colección de películas pensadas para el público adolescente relacionadas con el veranico, la playa y el pop más fiestero.

Así que ya se sabe, surf por un tubo, farras nocturnas, hogueras vespertinas en la arena y bastante humor lerdo descafeinado. Y además, bandas de moteros y un antropólogo voyeur armado con un telescopio y sospechosos objetivos científicos. Por ahí corrían Dorothy Malone, Bob Cummings con una barba más falsa que Judas y Frankie Avalon canturreando y bailoteando junto a Annette Funicello.

Y poco más, que la peli no era ninguna maravilla, pero tan divertida como toda la tropa de cine popero de la época. Recomendada para ser vista en una sesión triple con Confidencias a medianoche y Su juego favorito, por ejemplo.

HACE UN MILLÓN DE AÑOS (Don Chaffey, 1966)



Volvamos a tomar prestado a Ray Harryhausen por unos momentos.

Decíamos del bikini de la Andress, ¿no? Pues para bikinis míticos este. Hace un millón de años era la manera que tenía la Hammer de entender la prenda de baño y combinarla con su concepción del neolítico.

Por lo menos aquí los trogloditas aún no hablaban, como en Yo fui un cavernícola adolescente (puntazo de Roger Corman), pero se dedicaban -ellas por lo menos- a lucir tipo libidinosamente en esta mansión Playboy de la Edad de Piedra. En la escena que nos interesa, las mujeres, Raquel Welch y su bikini de dientes de sable a la cabeza, se enfrentaban con una gigantesca tortuga de mar convenientemente harryhausenada. Al final el combate se salda con la retirada estratégica del galápago y algún que otro herido suertudo (Welch hacía de enfermera en estos casos).

Toda una película basada en las mismas inconsistencias históricas que, por ejemplo Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra o Mujeres prehistóricas. ¿Pero a quién le importa la verosimilitud pudiendo meter dinosaurios en stop-motion y mujeres ligeras de ropa? Mucha coña.

EL PLANETA DE LOS SIMIOS (Franklin J. Schaffner, 1968)

Otra de las archiconocidas de la lista. Tras una accidentada convivencia en un remoto planeta simiesco, el mundo se derrumbaba (literalmente) a los pies del sufrido Charlton Heston cuando, en aquella playa postapocalíptica descubría que todo ese tiempo…

En fin, no se lo voy a chafar a nadie, pero mal irá quien no conozca el que probablemente sea el segundo cliffhanger cinematográfico más popular de todos los tiempos. El resto es historia, la habéis fastidiado y varias películas secuela que se alargan hasta nuestros días y que terminan por minimizar el impacto de aquella primera desventura junto a Zira, Cornelius y el Dr. Zaius.

Pero eso que nos queda. Sería escalofriante si no nos descojonáramos (de placer, no de pitorreo) cada vez que lo volvemos a ver.

¿QUIÉN PUEDE MATAR A UN NIÑO? (Narciso Ibáñez-Serrador)

Vale, no se trata de una película estrictamente playera, pero sí tenía mar y un aire mediterraneo de lo más agradable. Y un cuerno. ¿Quién puede matar a un niño?, la segunda película de Ibáñez-Serrador tras La residencia y una de las mejores películas de la historia del cine español (ala), es de un inquietante y de un bestia que tira de espaldas. La historia de una pobre pareja de turistas que llegaba en bote a un Pueblo De Los Malditos donde los niños eran auténticos serial killers que se habían cepillado a sus adultos al final terminaba funcionando como terrible fábula sobre la inocencia y el fin de la misma. Pero sobre todo, como un cuento de terror sutil y cafre a la vez.

Y escenas memorables, a patadas. Desde la de la niña tocando el vientre de la turista preñada, hasta el momento en que, bueno, ella muere (el cómo muere es clave). Y, claro, ese final, de los más aterradores, despiadados y desesperanzados que se pueden encontrar en una película patria. Por no decir el más.

Sólo se dejó ver dos veces en cine y aun así, Chicho se convirtió en un gigante.

TIBURÓN (Steven Spielberg, 1977)

Lo de clásico playero se le queda corto. Lo de clásico a secas le va pequeño. Terror acuático es un eufemismo. La responsable de que millones de personas no volvieran a remojar los pies en el mar con la misma tranquilidad que lo habían hecho hasta el momento resultó en un revientataquillas, un tratado terrorífico modélico y con todo ello la segunda mejor película de Spielberg. La verdad, seguir hablando sobre ella en tan poco espacio sería una infamia.

Me callo, reverencio y ya.

UNO ROJO: DIVISIÓN DE CHOQUE (Sam Fuller, 1980)

A los lectores más veteranos, si es que los tenemos, será juntar las palabras cine y playa y a lo mejor les venga a la mente automáticamente el ítem «Desembarco de Normandía».

Así que puestos a coger una secuencia Omaha, por qué no quedarnos con esta, una de nuestras preferidas en todo el batallón (no es un chiste) de películas y series que transcurren durante la II Guerra Mundial.

En esta, está Lee Marvin guiando a la gloria, o lo que se encuentren al final del camino, a su pelotón algo macarra y tremendamente humano (formado por Robert Carradine, Bobby DiCicco y, sí, Mark Hamill) y demostrando de paso que el cielo bélico en realidad está enguarrado en fango y sangre.

Una película casi crepuscular y muy revulsiva, un clásico de la desmitificación bélica cuyo máximo exponente fue el Apocalypse Now de Coppola y que se estrenó un par de años después de El cazador, otra que también. A por ella.

HUMANOIDES DEL ABISMO (Barbara Peeters, o algo, 1980)

Cambiemos de tercio. Porque esto es un clásico basura de los 80, de esos que uno ha visto y no sabe cómo ni por qué. Humanoides del abismo (o Humanoids from the Deep) es algo así como un exploit de las pelis con monstruo de los 50 (los bichejos recuerdan al del clasicazo de Jack Arnold La mujer y el monstruo) al que se le han añadido generosas cantidades de gore bestiajo (ese epílogo, madre…) y varios planos de tetas (literalmente, el semidiós Roger Corman, productor, añadió dichos planos despechescos a espaldas de la misma directora de la peli, tras su negativa). Una delicia, oigan.

El momento en que el monstruo se come media cara del playero descerebrado de turno, ultratraumatizante. Y seguido del destete de su compañera de domingueo por parte del monstruo (Dios, no sabéis cómo cuesta encontrarse a una buena hembra por ahí abajo), momento erótico festivo del copón y consiguiente confusión hormonal del espectador adolescente. Por cierto, los monstruos al final eran salmones mutantes.

PLAYA SANGRIENTA (Jeffrey Bloom, 1980)

Siendo de una eriebe-ez de aquí te espero y de flagrante casposidad playera, hizo que muchos de nosotros no quisiéramos saber absolutamente nada de eso de enterrarnos bajo la arena hasta la cabeza. Ya me diréis: aquí no habían adorables animalicos de punzantes dientes, ni monstruos algosos con sed de vírgenes, no. En Playa sangrienta era la propia playa, las arenas mismas la que se tragaban a los distraídos guiris que pasaban felizmente por ahí. Bueno, al final sí era una criatura lo que se escondía bajo la arena, pero no dejemos que se nos joda la metáfora improvisada del poder y destructor de las vacaciones veraniegas masificadas y la capacidad engullidora de la California más perra.

Nada demasiado original que aportar, y la estructura narrativa, lo de siempre: muerte inaugural, más posterior investigación policial escéptica con otros asesinatos intercalados, mas prensa y extrañas teorías pseudocientíficas que en un principio parecen descabelladas, mas desenlace catárquico y epílogo chungo.


Mal interpretada, peor rodada y escrita, con a priori escaso poder inquietante, a su manera no deja de ser un clásico del malrollismo veraniego.

CREEPSHOW (Segmento La marea -o Something to Tide You Over-) (George A. Romero, 1982)

Otra más envuelta en el trágico halo del trauma infantil no resuelto. Tres fueron aproximadamente las semanas que no pude dormir, una por cada uno de los protagonistas de esta historia que ampliaba la figura del no muerto de Romero a la subespecie zombies acuáticos.

En este relato breve englobado en aquella algo irregular Creepshow auspiciada por la máquina de escribir (de) Stephen King, Ted Danson le birlaba a Leslie Nielsen la mujer y este se vengaba enterrándolos hasta el cuello en una playa hasta que subiera la marea, comunicados los dos mediante dos cámaras y un circuito cerrado de video. Sabiendo que estaban envueltos en todo el show dos maestros del terror menos sutil (Romero & King homenajeando disimuladamente los cómics de terror de la EC y Creepy), no era fácil de adivinar que los dos amantes volverían a tomarse su venganza en forma de zombies envueltos, cual rolito de sashimi, en algas.

Que nadie crea que reflexionaba demasiado sobre el lado perverso de la televisión, ni nada de eso. Esto era terror y ya está. Del tipo festivo, como «de risas». Aunque también decían lo mismo de El regreso de los muertos vivientes y ahí la tenéis, otra inagotable fuente de traumas imborrables para quien esto escribe.

TOP SECRET (Jim Abrams, David Zucker y Jerry Zucker, 1984)

Vale, posiblemente la secuencia que motiva este post, todo un clásico del surfeo ochentero de raíz sesentera, tanto como la secuencia de esa otra peli en la que Scottie convertido en Lobo cabalga el Wolfmobile conducido por Stiles con el Surfin’ USA a toda mecha. La apertura de la mejor película que filmaron los ZAZ en toda su carrera (con perdón de Aterriza como puedas) es un delirio playero a ritmo de algo así como los Beach Boys (Val Kilmer/Nick Rivers reventando el Billboard) en el que los muchachetes se divertían tirando al plato sobre tablas de surf y las chicas, bueno, básicamente enseñando pechamen. El resto de la peli no tenía nada que ver, pero a nosotros nos parece una de las mejores aperturas de la historia de la comedia. O sea brutal.

ESTE MUERTO ESTÁ MUY VIVO (Ted Kotcheff, 1989)

No sé si es que en nuestra generación somos una panda de plastas nostálgicos o qué, pero la palabra mítico al final termina siendo uno de nuestros comodines preferidos cuando hablamos de películas que vimos hace entre 15 y 25 años. ¿Será dentro de varias décadas el cine mítico nuestro particular cine clásico?

Paridas aparte, Este muerto está muy vivo merece figurar en todos los anales del miticismo tontuno cinematográfico de los 80, a la altura de, qué sé yo, No me chilles que no te veo o Tres hombres y un bebé, por ejemplo. Y mira que la peli era mala, mala. Pero qué jodidamente divertido era ver al Bernie con su mostacho, su sonrisa idiota y sus gafas negras, haciendo esquí aquático y estampándose en todas las boyas y saludando a las chicas guapas. Especialmente teniendo en cuenta que el tipo era un fiambre. Película estival a más no poder. Huele a sombrillita y camisa hawaiana.

SONATINE (Takeshi Kitano, 1992)

Un Takeshi Kitano pre-Beat transmutado en gángster descubría que los de arriba se lo querían quitar de en medio gracias, principalmente a un bombazo. Así que él y sus hombres se veían obligados a retirarse unos días a la playa. Y ahí les tenéis, él y sus desmitificados yakuza divirtiéndose como niños, entre tiro y tiro, jugando al sumo de origami… con personas reales.

Luego el aire infantil y pacífico daba paso esquizofrénicamente a una sangría de narices, con disparo en la sien en primer plano y todo, y terminaban mezclándose en plan pastiche postmodernísimo venganzas, sueños y romance en una extraña mezcolanza como sólo él sabe hacer.

Delirante y sobria al mismo tiempo, una de las mejores películas de su director, si no la mejor, y una manera inmejorable de cerrar esta lista con mal cuerpo.

Er… ¿hasta el verano que viene?

Que no se os coman los chinches…

¡La Casa de los Horrores os desea un San Juan Sangriento a tod@s!

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Con el nombre de La casa se firman todos los artículos de corte genérico, escrito a más de dos manos, o de autores cuya intervención haya sido en forma de colaboración, de crítica del lector, o similar. Es el narrador omnisciente, el espíritu que ronda por La casa de los horrores siempre al tanto de todo, siempre atento, pero inofensivo: se pasa el día viendo películas...

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Comentarios

  1. Tíos… qué es esto?
    Osea, (tíos, osea) creo que no he visto estas memeces en mi vida!!!

    Yo esperaba ver títulos como "Critters", "Los Albóndigas", no sé… "Los Goonies"? y me encuentro con aquellas cosas que sólo con las portadas han hecho que mis ojos me hieran como los de la Srta. Buffay cuando vio aquel espectáculo a través de la ventana de la casa del Dr. Geller.

    Menos mal que os salva el culo el haber incluído en la lista "Con faldas y a lo loco" que hace un mes hice un revisionado y, joder joder, cada vez es mejor que la anterior.

  2. Hombre, ya avismos que esto iba de nuestras películas playeras preferidas o las que más nos han marcado…

    No es una lista categórica, ni mucho menos; sólo una enumeración perfectamente subjetiva.

    De "Los Goonies" la escena playera no me parece especialmente destacable. No más que el resto de la película, por lo menos. Y, sinceramente, de "Critters" ni recuerdo cuál es la escena que transcurre en la playa…

    Pero para eso están los comentarios, para que añadáis vuestras propias candidatas…

    Amén a lo de "Con faldas y a lo loco"

    ¡Salud!

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