panico en el transiberiano

Pánico en el Transiberiano (Eugenio Martín, 1972)

Asumámoslo. A estas alturas del ciclo una cosa está clara: dicho de modo sencillo, el cine terrorífico español de consumo en pocas ocasiones ha inventado absolutamente nada nuevo.

Como he explicado en anteriores entregas, las películas «del género» que hemos ido despachando a lo largo de los años han ido a remolque de las grandes tendencias terroríficas de cada momento, de modo que de lo que se ha ido tratando es de conseguir partir de unos preceptos ya establecidos y ahí afinar la puntería todo lo que se pueda para salvar los trastos en la mayoría de ocasiones y ofrecer un producto digno en las menos. De la habilidad del director, de la capacidad técnica o de la calidad interpretativa acababa dependiendo la cosa.

Y dicho esto, con la película que nos ocupa, el resultado es positivo amigos, muy positivo.

En el caso de esta coproducción británico-española de 1972 (búsquenla como «Horror Express»), volvemos a la escuela Hammer para contar un thriller de suspense con no pocos elementos terroríficos e incluso tintes de ciencia-ficción.

La historia empieza en la China de principios del siglo XX, donde el antropólogo profesor Saxton (interpretado por Christopher Lee -!-… no os apuréis, volveré a ello) decide coger el Transiberiano con la intención de transportar una gran caja que contiene, en sus palabras, un «antiguo fósil». Desoyendo las funestas advertencias de un monje de la Rusia zarista (trasunto de Rasputín interpretado por el argentino Alberto de Mendoza), que acompaña al resto de personajes (una condesa y su marido, más una bióloga, una espía, un policía y otro doctor, Wells, interpretado por Peter Cushing), Saxton emprende el viaje pese a haber aparecido muerto en extrañas circunstancias un ladrón que había intentado acceder al contenido del interior del cajón.

Ya con el tren dirección Siberia, más cuerpos van apareciendo cortesía de lo que parece ser el «eslabón perdido» encontrado por Saxton y que ahora podría haber vuelto a la vida en forma de bestia peluda que, como se revelará más adelante, y ojo que SPOILEO, no es otra cosa que el recipiente corpóreo de una entidad intergaláctica que lleva conviviendo entre nosotros desde hace varios millones de años. Un instante de reflexión para lo que acabo de escribir.

La investigación de los cadáveres proseguirá en una trama policíaca más o menos clásica, pero con posesiones incluídas (el ente debe buscarse nuevos huéspedes en cuanto se le va privando de ellos) y la cosa tomará tintes trágicos más adelante cuando un auténtico cosaco (Telly Savalas completa el relumbrante trío interpretativo) abordará el tren con su horda de soldados sanguinarios, que se unirán a la fiesta en un final casi delirante (casi, nunca se romperá la sobriedad con que se tratan todos los acontecimientos) en el que, festín, hay hasta cadáveres volviendo a la vida.

Como comentaba, la película bebe del modelo Hammer tanto en su ambientación, como en sus personajes, como en la historia y el tono en el que se nos cuenta. La cuidada atmósfera opresiva (recordamos que la mayoría del metraje transcurre en un tren en marcha que cruza la estepa rusa) y los tonos cálidos de su iluminación en interiores nos transportan una vez más a los clásicos de finales de los 50 y los 60 de la productora británica, y los elementos de puesta en escena fantásticos (el gore más bien discretillo, los efectos de maquillaje truculentos -impactantes lentillas blancas-, incluso el color de la sangre) recuerdan felizmente a cualquier película de Drácula dirigida por Terence Fisher. Por ejemplo.

Lo remata todo esa combinación de trama policíaca, con elementos terroríficos y bañado el conjunto de una poco creíble pátina pseudocientífica. La narración se permite pocas filigranas, es lineal y convencional, pero es sólida y siempre avanza con paso firme, y además suele deparar alguna que otra sorpresa y giro argumental suculento. Vamos, que en este sentido, la película se ve, se disfruta e incluso se paladea con gusto en muchos momentos.

Y por supuesto la intención hammerística queda clara en la elección de la pareja protagonista, Christopher Lee y Peter Cushing: efectivo como siempre el primero, absolutamente irónico y deliciosamente autoparódico el segundo (sí, Cushing siempre fue mi preferido, mirad…). El resto del reparto lo completan Silvia Tortosa, Julio Peña y Helga Line. Más la estupenda colaboración especial de Telly Savalas. Que sí, que el dúo protagonista es de campanillas, pero no les podemos negar al resto de intérpretes una efectividad demostrada y una fe en el proyecto que posteriormente se ve recompensada en sus resultados.

Pero no sólo de Hammer parece nutrirse la película. Los trenes siempre han sido un escenario goloso para las intrigas policíacas, y la historia de la literatura y el cine ofrecen abundantes ejemplos: desde «Alarma en el expreso» (1938) o «Extraños en un tren» (1951), ambas de Alfred Hitchcock, hasta «Deseos humanos» (Fritz Lang, 1954). Y el filón sigue con ejemplos posteriores como «Asesinato en el Orient Express» (Sidney Lumet, 1974). Y eso sin contar el subgénero «atraco al tren del dinero». La condición bastarda de esta sección y de este blog en general me obligaría a citar otros ejemplos menos gafescos del estilo «Alerta máxima 2» (Geoff Murphy, 1995) como ejemplo más reciente de cine de «crímenes y trenes» o «Aquí huele a muerto… pues yo no he sido» (Álvaro Sáenz de Heredia, 1989; os juro que la he visto… y os juro que homenajea explícitamente a «Pánico en el Transiberiano»).

Por otro lado, si hacemos memoria, el recurso de la entidad alienígena que desata la tragedia cuando es despertada de su letargo en nicho de hielo era motor de la estupenda «El enigma de otro mundo» (Christian Nyby, 1951) y sus consiguientes remakes. Otra más que probable influencia.

Volviendo al «Transiberiano», a destacar la tenebrosa atmósfera y el contraste del interior del tren con las fugaces imagenes exteriores de los páramos helados. Y lo encantador del monstruo en cuestión, una «Bestia de Tiempos Remotos From Outer Space» que gusta de hervir el cerebro de sus víctimas por dentro cual microondas mesozoico para extraerles sus recuerdos y conocimientos. De hecho, son estupendas también la secuencia de la autopsia que termina revelando cómo el cerebro de las víctimas queda total y físicamente liso, pulido de todo «pliegue» una vez desposeído de sus ideas. Brillante y descabellado a partes iguales.

El resultado, resumiendo, es un producto sólido y solvente, con una fuerte voluntad comercial e intención internacionalista: no sólo el cast reunía nombres de aquí y de allá; incluso el propio director, Eugenio Martín, aparecía acreditado como… ¡Gene Martin! Sí señor, que a nadie se le ocurra llamarnos provincianos.

Y vaya si consiguió su objetivo: arrasó en taquilla en su año e incluso fue premiada en Sitges y es recordada como uno de los ejemplos con menos caspa del terror casposo. Vale la pena.

 

Ver Pánico en el Transibierano, película completa con subtítulos en español

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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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Comentarios

  1. De pura casualidad me tropece con esta pagina y la verdad estoy impresionado con la calidad de las reseñas. Muy buena prosa y hartas referencias que facilitan y estimulan la lectura (y la lista de pelis pendientes). Por ejemplo, esta peli la vi en la tele en los ochentas y el comentario es preciso. Saludos desde Perú

  2. De pura casualidad, pero esperamos que te quedes, ahora que nos has descubierto ;)

    Y de paso deja comentarios por donde te apetezca

    Saludos desde Barcelona! :D
    (y bienvenido, claro)

  3. Yo también la he visto y en varias ocasiones,ya que la tengo gravada,desde mi punto de vista,también la considero correcta y me gusta bastante,es lo que dices,sin ser una genialidad,no es desdeñable y
    se deja ver.

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