The Prisoner
-Where am I?
-In the Village…
-What do you want?
-Information.
-You won’t get it!
-By hook or by crook, we will.
-Who are you?
-The new Number 2.
-Who is Number 1?
-You are Number 6.
-I am not a number, I am a free man!
Inauguramos ciclo en La Casa y lo hacemos por todo lo alto, con un auténtico icono geek, objeto de ciego teleculto y merecidísimo respeto freak. Y además una de mis cuatro series favoritas de todos los tiempos y lugares. Nada menos que «THE PRISONER».
«The Prisoner» (conocida entre nosotros como «El prisionero») se emitió entre octubre de 1967 y febrero de 1968 en la británica ITV1, y resulta el cruce perfecto entre el cine de espías al más puro estilo Bond y la ciencia ficción, digamos, «plausible».
El planteamiento no puede ser más estimulante: un agente del servicio secreto británico (Patrick McGoohan), cuyo nombre no sabremos en ningún momento, es drogado tras renunciar a su puesto y despierta en un misterioso lugar llamado «The Village».
The Village resulta ser una isla perdida, de difícil acceso e imposible escape (¿a alguien le suena de algo?), simulacro de sociedad real donde van a parar personas de diverso pelaje que poseen informaciones valiosas y que son despojadas de sus anteriores vidas y conocidas simplemente por un número. Poco a poco, nuestro protagonista, al que le corresponde el número 6, irá descubriendo una estructura jerárquica en la que predomina un desconocido número 1 y donde los números 2 se van sucediendo uno tras otro (cambian de un episodio al siguiente) en tanto que no consiguen su objetivo, auténtico núcleo argumental de la serie: extraer la «vital información» al número 6.
Así, veremos capítulo tras capítulo como cada correspondiente número 2 aplica una u otra artimaña para engañar a Number 6, y que van de la hipnosis a la manipulación mental, pasando por una especie de realidad virtual primitiva, el robo de identidad y la experimentación con substancias alucinógenas, siempre intentando romper su voluntad, volverle loco o haciéndole creer que, por ejemplo, ha vuelto a Londres y está a salvo en uno de los episodios más memorables, «The Chimes of Big Ben». Por supuesto, Number 6, solvente espía y agente versado en las más sucias técnicas de obtención de datos, saldrá airoso de cada estrambótico intento mientras trata inútilmente de escapar del cautiverio.
Además hay que destacar que la isla tiene su propio sistema de servicios y producción de material de supervivencia, así como un interesante «sistema de defensa» (si con esto no os suena la campana, definitivamente no véis demasiada televisión) que consiste en un enorme balón de goma que persigue y atrapa a todo aquél que intenta escapar de The Village.
La serie conjugaba las teorías conspiracionistas con la paranoia orwelliana y la resaca de la guerra fría y funcionaba como parábola sobre la manipulación de las masas y el desamparo del individuo en una sociedad cada vez más controlada.
De este modo, Number 6 es un personaje solitario y que se tiene que valer por sí mismo. Apenas hace aliados en la serie, y si lo hace no son duraderos. De modo que se transmite una sensación de constante trust no one y una situación en la que la amenaza está en las fuerzas del orden, en el ente que gobierna The Village.
Por ello, «The Prisoner» es tan rico en matices y tan abierto a interpretaciones que aún hoy los fans se rebanan los sesos intentando averiguar qué demonios pasa al final con Number 6, protagonista de un último episodio tan absolutamente delirante que resulta magistral de puro disparatado. Las teorías al respecto son múltiples, y no las voy a comentar aquí, pero van de lo inverosímil a lo tremendamente posible, y se suman al grueso de controversias que rodean la serie y que están presentes desde el minuto 1: ¿cuál es el nombre del personaje y para qué agencia trabaja? ¿qué información posee? ¿dónde está realmente The Village?
Ni siquiera el orden de los capítulos está claro. Hay divergencia de opiniones que pasan por el orden de emisión, el de producción o el que determinó el propio Patrick McGoohan. Por mi parte, creo que el orden más lógico sería el dado por McGoohan, auténtico cerebro y creador de la serie, y guionista y director de los últimos capítulos cuando esta estaba a un paso de la cancelación y había que terminarla a la fuerza.
Y aquí es donde la cosa se puso interesante, en los últimos episodios, en los que McGoohan decidió no andarse con medias tintas y poner toda la carne en el asador en un final tan surrealista y psicotrópico que perfectamente podría colocar sus últimos minutos como sketch pasado de vueltas en el «Flying Circus» de los Monty Python.
Por otro lado, el impacto que la serie ha tenido en la cultura popular anglosajona puede verse reflejado en múltiples productos de un terreno audiovisual, el actual, empapado de postmodernidad y con un sano gusto por lo retro. Así vemos rastros más o menos evidentes en series televisivas (en «Los Simpson» se parodia de manera brillante) o en cómics (en «Los Invisibles» de Grant Morrison, por ejemplo, se cita reverencialmente) y algunos creadores actuales (como, ejem, Damon Lindelof y Carlton Cuse) se declaran fans irredentos.
La verdad es que vista hoy la serie destila un aire sesentero que tira de espaldas, pero no ha perdido ni un pellizco de frescura, mordacidad ni ingenio y resulta de lo más adictiva, un must para todo seguidor de la sci-fi y, qué demonios, cualquier serie realizada desde la pasión y la imaginación y en la que quepa la sorpresa continua.
Debéis verla.
-Mejor episodio: «The Schizoid Man», un endiablado juego de espejos en el que la confusión de personalidades se va amontonando capa a capa hasta lo indecible.
-Mejor momento: Los minutos finales, con (SPOILER) el lanzamiento del número 1 al espacio con un cohete, el desmembramiento de The Village, la destrucción del balón de seguridad y la llegada a Londres ¡¡por carretera!!, encima de la celda con ruedas y bailando a ritmo de pop. (FIN SPOILER)
En fin, que ahora más que nunca
BE SEEING YOU