Reseña de Adiós amigos, de Begoña García-Alén (Apa-Apa)
Adiós amigos es un tebeo de huidas, de ausencias, de desapariciones. Se articula entorno a una real, la del artista neerlandés Bas Jan Ader, quien se perdió en el Atlántico y cuyo barco fue hallado a la deriva por un pesquero gallego en los años 70. Pero poco tiene esto de relato biográfico. Al contrario, la figura del artista es tangencial y su enigmática historia no es más que un reflejo de otra: la de un niño, Xosé, que vive con su madre María en eterna espera de un marido que trabaja en el mar y sólo vuelve esporádicamente a casa. Esta es la historia de una madre, ausente en favor de la eterna espera a un marido que tiene que regresar, y de un hijo, presente pero ignorado hasta que decide desaparecer.
Hay más ausencias y desapariciones. La del padre. La de la misma barca del artista, aparecida y esfumada de nuevo. La pontevedresa Begoña García-Alén se sitúa en ese territorio de dolor fantasma donde los espíritus no se ven ni se palpan pero se intuyen. Y construye una historia, en un Ferrol casi mítico, que parece cotidiana pero es esquiva. Que parece literal pero es tremendamente alegórica, misteriosa, desconcertante, de ramificaciones temporales sólo sugeridas. Planteadas en ese diálogo constante entre el presente y el pasado. Entre la vida callejera infantil de Xosé y la aventura maldita de Ader, la primera representada con rotulador azul y verde, de trazo sencillo y decididamente naíf, buscadamente infantil. La segunda, evocando la propia obra del artista, recreando a lápiz algunas de sus fotografías y fotogramas de sus videos.
Se trata de otro salto de riesgo formal, una nueva apuesta por un minimalismo aún más radical que el que caracterizaba, por ejemplo, su anterior Nuevas estructuras. La rígida planificación de página y ese uso, en la narración de Xosé, de inclementes líneas rectas (en objetos, en escenarios, en las propias viñetas) en armonía con la suavidad de las formas humanas, juegan con la plasticidad del tempo, dilatando acciones sencillas en varias viñetas o intercalando detalles de peces, gaviotas u objetos descuidados. El resultado es un permanente halo de misterio cotidiano (insisto, acentuado por la convivencia de esta con la otra historia, la de Ader) que va más allá de lo que se ve: trasciende su aparente intimismo e impregna el tebeo desde el principio y hasta mucho, mucho tiempo después de haberlo terminado.
Adiós amigos: costumbrismo gallego tan pequeñito como descomunal
Por qué leer Adiós amigos
Costumbrismo pesquero gallego, curiosidad infantil y fantasmagoría de leyenda confluyen en este esquivo relato sobre las desapariciones y los vacíos dejados. Una obra aparentemente pequeña e introspectiva que se agarra a la memoria del lector a poco que se la deje crecer.