Reseña de La promesa, de Damon Galgut (Asteroide)
La muerte como final, en repetición y como reinicio. No entraré en muchos detalles para explicar esta frase, o los que daré trataré de mantenerlos en un terreno libre de spoilers. Me limitaré a decir, de entrada, que la muerte es el principio de la brillante novena novela del sudafricano Damon Galgut, pero no es el final de casi nada. Porque la muerte hace arrancar la trama y porque luego sigue estando presente a lo largo de la misma. Porque elimina a un relevante personaje sin siquiera habérnoslo presentado -aunque seguirá presente a lo largo de la historia- y porque representa una metáfora mayor: la del final de un estilo de vida y de un sistema social podrido. La fallecida es Rachel Swart, madre de una familia blanca privilegiada de afrikáners propietaria de una granja en Pretoria a finales del siglo XX, en pleno apartheid.
Es 1986 y Rachel deja en su lecho de muerte un encargo, un último deseo: Salome, su sirviente negra deberá convertirse en heredera de las tierras y de la casa en la que ella habita. Manie, su marido, ejerce de albacea y Amor, su hija pequeña, de testigo accidental. Tras la muerte de Rachel, sin embargo, Manie negará ser consciente de la existencia de ninguna promesa mientras que Amor, inocente pero obstinada, hará de ella su gran objetivo vital.
Es evidente el paralelismo que se establece entre la familia Swart y la progresiva descomposición de una sociedad que se resiste a dejar escapar sus privilegios. A lo largo de cuatro décadas de narración que abarcan los cambios sociales, exitosos y frustrados, de la Sudáfrica de Mandela, de Mbeki y de Zuma, esta resistencia irá cobrando tintes decadentes, enquistándose e infectando a los otros dos hermanos, Anton y Astrid, que se agarrarán desesperadamente a sus propiedades o simplemente a su orgullo, a sus derechos caducos. El primero por ser un fracasado que se cree alguien y la segunda por pura avaricia.
La promesa es un poderoso retrato de esos personajes. De ellos y de los que revolotean a su entorno (la esposa de Anton, el marido de Astrid), que conforman un paisaje social turbado, desconfiado, herido aún por la desigualdad social y la lacra del postcolonialismo, por el racismo de una comunidad que se aferra a su presunta grandeza pretérita, y crispado por el roce entre religiones. Sólo Amor, más fiel a la promesa que a su propia genética, logra librarse -en realidad no del todo, aunque sus tormentas se desencadenan más en su interior que hacia los demás- de la influencia perniciosa de un panorama que Galgut retrata con tanta elegancia como gravedad. Y que muestra con tanta oscuridad dramática como, sorpresa, ligereza satírica.
No hay opulencia en las líneas que se van encadenando página tras veloz página. Hay certeza, lucidez descriptiva y virtuosismo evocador. Pero el autor nunca llega a entonar una voz demasiado engolada. De hecho prefiere todo lo contrario, entrelazar sus miradas severas con un estilo que a ratos resulta hasta juguetón en el manejo de los protagonismos. Por un lado porque juega a la intrabroma dividiendo la novela en cuatro movimientos -uno para cada miembro de la familia excepto Amor- que responden a una misma inquietud temática algo macabra (no revelaré cuál). Por otro porque en esa búsqueda del retrato coral no se ata a nada, ni al tiempo (que, eso sí, es lineal y cronológico), ni al espacio ni tampoco al punto de vista: articula una elipsis cuando hace falta, viaja de un punto a otro del mapa sin transiciones y narra en tercera persona saltando cuando le conviene a primera o incluso interpelando directamente al lector o lectora.
Galgut dispone una mezcla perfecta de estilo y fondo, una deslumbrante propuesta que resulta dulce al gusto y picante al cerebro. Puro virtuosismo técnico que nunca olvida que, a pesar de todo y más allá de engalanar un continente, el contenido es lo que realmente conmueve a quien se sienta ante una buena historia. Y en este caso especialmente: La promesa es una novela irresistible por profundamente conmovedora.
Damon Galgut habla de La promesa
La promesa: uno de los acontecimientos editoriales del año
Por qué leer La promesa
El consagrado autor sudafricano revitaliza su leyenda haciéndose con el Premio Booker gracias a su nueva y apasionante novela, un drama familiar, y un maravilloso estudio de personajes, que repasa las últimas cuatro décadas de historia de su país