Reseña de Memorial, de Bryan Washington (Anagrama)
La búsqueda de la identidad. Uno de esos temas universales que se van renovando, que siempre encuentra nuevas formas de expresarse en la literatura, habida cuenta de que la sociedad y el lugar que ocupamos en ella también muta con los años, con la coyuntura. Especialmente en primeras novelas, es el caso de esta Memorial, donde puede servir como recurso narrativo socorrido y al mismo tiempo como metaejercicio de intenciones. Al fin y al cabo no deja de ser natural que como lectores tomemos conciencia de un autor (de Washington sólo conocíamos un compendio de cuentos, Lot) a través de la historia de alguien que se cuestiona su función y su papel en el mundo. Especialmente tratándose, como en Memorial, de una pareja gay racializada en plena crisis.
Ben y Mike son los protagonistas de esta aparente tragicomedia cotidiana que poco a poco se convierte en algo más complejo. Ben, afroamericano, está a apunto de reexaminar su relación con Mike cuando este se marcha escopeteado hacia Osaka, donde vive su padre, justo en el momento en que su madre, Mitsuko, se traslada unos días a Houston para instalarse en el piso de Mike y Ben. Le tocará a este último gestionar un nuevo paradigma cotidiano -a pesar de haber vivido un tiempo en Estados Unidos la señora es muy japonesa- mientras su novio debe enfrentarse en Japón a un pasado que creía (quería) haber dejado atrás y a un padre que, ahora, está lidiando con un cáncer terminal.
La novela se estructura en base a esos dos puntos de vista. Ben debe readaptar su concepto de intimidad para intentar comprender a, y ser comprendido por, su nueva inquilina. Poco a poco irá aceptando una nueva realidad forzosa que sin embargo en el fondo, y paradójicamente, supondrá un nuevo esquema cotidiano más libre y flexible. De algún modo la llegada de Mitsuko supondrá la apertura de una nueva ventana en una habitación, la relación con Mike, que ya olía a cerrado. Por su parte, Mike se ve obligado a regresar a una sociedad más tradicionalista y a confrontar su identidad con las ideas, más rudas e intransigentes, de su padre. Una especie de obligada reconexión que necesariamente deberá pasar por la asunción de ciertos códigos caducos… pero bajo los que subyace un ensayo de amor sincero.
Es este, ya decía, un libro que trata de la identidad, que reflexiona sobre la raza y la condición sexual. Pero que habla sobre todo de la necesidad afectiva, sea del signo que sea (romántica, sexual, familiar) mientras se libre de toxicidad y se rija por la honestidad. Para ello a menudo es necesario cambiar estructuras que solemos creer inamovibles y aprender a soltar amarres, por muy sólidos que fueran. Una idea poderosa y drástica que, sin embargo, recibe un tratamiento estilístico casi ligero, ágil en sus saltos de lo cómico a lo emotivo: Memorial es un texto dinámico, divertido, con el que es fácil conectar, si no directamente sentirse identificado a pesar de las mayores o menores distancias que pueda haber entre su contexto y su lector. Y es así gracias a su honestidad y a la habilidad de Washington para resultar atemporal y al mismo tiempo contemporáneo. Si no le sobreviene un éxito masivo, esto huele a futura novela de culto.
Memorial: reencuentros, contrastes y reconstrucciones
Por qué leer Memorial
Choque cultural, choque conyugal. Reencuentro paternofilial, reencuentro emocional. Hay mucho contraste en Memorial, pero todo encaja en un texto natural y fluido, una novela sobre la intimidad, la separación y la reconstrucción, a pesar de que esta última a veces requiera una previa reestructuración de todo aquello que se creía intocable.