Reseña de Spanish Beauty, de Esther García Llovet (Anagrama)
La primera de las voces que ha elegido Anagrama para anunciar la publicación de Spanish Beauty es la de Kiko Amat, quien se deshace en halagos hacia Esther García Llovet y tiene todo el sentido del mundo: tanto él como quien ahora nos ocupa convierten sus trabajos en representaciones de la geografía española, algo así como un nuevo costumbrismo que se traduce, claro, en violencia y sordidez en los bajos fondos de Hospitalet de Llobregat (Revancha, de Amat), Madrid (la Trilogía instantánea de Madrid, de García Llovet) o Benidorm, caso de esta primera entrega de la Trilogía de los países del Este. En las pocas páginas de Spanish Beauty, la autora dibuja un fresco de chanclas y calcetines blancos, bares donde suena reguetón y grandes edificios en decadencia donde tienen lugar botellones y trapicheos clandestinos entre mafiosos rusos, cuando acceden a bajarse de sus yates claro.
Opulencia hortera, pero a su vez única y personalísima, de la ciudad; ambiente bienmal, gestado por la acumulación masiva de extranjeros y turistas; colgantes de oro, rayas de coca y mecheros de un euro. Todo ello tiene casi más relevancia en la novela que su propia trama, pues afecta todas y cada una de las turbias personalidades de sus personajes. Turbias, justamente, por llevar demasiado tiempo en esa ciudad, como contagiadas de todo lo que se cuece en ella. Personalidades como la de Michela, policía corrupta y protagonista absoluta de Spanish Beauty, que se va adentrando más y más en un fangoso charco salpicado de vermut barato y gintonics de garrafón por culpa de un macguffin en manos de quien no debe.
Trama pequeñita, ya lo decía, y que a la postre quizá lo deje todo en un nivel de intrascendencia (al fin y al cabo, tratándose de un policíaco lo normal es que el argumento sea el alma mater del libro) mayor de lo que realmente se merece este Países del Este: volumen 1 que se lee en un santiamén y deja con (muchas) ganas de más. Ganas de seguir ahondando en las ambigüedades que lo impregnan. Ganas de saber más sobre Michela, más sobre sus orígenes y su destino como personaje. Pero sobre todo, ganas de seguir disfrutando del estilo de Esther García Llovet, directo al grano y de un carácter de inmediatez que va más allá de lo escueto de su obra. Spanish Beauty habla de hoy en día y tal y como se hace hoy en dia, pero sin perder un ápice de su condición de novela de calidad (sin haikus ni mayúsculas, vaya). Algo que parece salirle de manera sumamente natural a la, y cito a Kiko Amat, narradora más original y guay y breve de España en estos momentos. Divertida, añade un servidor. Aunque sea de un humor negro y corrosivo.
Serán 130 páginas, pero en Spanish Beauty hay espacio para retrato social, intriga, personajes, humor y drama a la vez y, claro, ritmo. Que su trama no sea su mayor logro no hace de su lectura un entretenimiento menos adictivo, y más vale que la continuación tarde poco en llegar, que si no, ya me diréis cómo pasamos el mono.
Spanish Beauty: crímenes y vermutitos en Benidorm
Por qué leer Spanish Beauty
Esther García Llovet da el pistoletazo de salida a una trilogía policíaca ambientada en un Benidorm digno de Ozores, con una trama próxima a Camilleri y unos personajes que harían las delicias de Michael Mann. Una primera entrega cortita, adictiva y trepidante, quizá un pelín intrascendente pero que deja con ganas de más.