Clausura XVII Muestra SYFY de Cine Fantástico
Con algo de retraso, debido a los actuales acontecimientos apocalípticos causados por cierto virus villano, llegamos al último día de la última Muestra SYFY de Cine Fantástico de Madrid, que no estuvo a la altura de la diversión del sábado, de algunas buenas cintas del viernes o de la sorpresa de Onward en la inauguración.
Por la mañana hubo una proyección gratuita de la mítica Regreso al futuro, en el Palacio de la Prensa, con vistas especiales a ser disfrutada por los más pequeños de la casa. Una obra mayúscula por la que no pasa el tiempo y que se goza con nostalgia de la buena.
Por la tarde, Le daim, del peculiar cineasta francés Quentin Dupieux, nos cuenta la absurda historia de un tipo que quiere ser el único del mundo que lleve una chaqueta, por lo que fingirá estar rodando una película para acabar con el resto de chaquetas del mundo. Con un humor loco muy particular, una certera crítica al mundo del cine de autor y algunas escenas memorables, logra robarte más de una carcajada, aunque no sea un filme para todos los públicos. Su escasa duración también ayuda a sostener un argumento tan simpar.
First Love, de Takashi Miike, es la enésima constatación de que el cineasta nipón debe tomarse un descanso y cuidar más sus obras. Estamos ante un gazpacho que sabe demasiado a ajo, con una historia de amor entre un joven boxeador y una muchacha que sufre apariciones fantasmales. Su unión está en el ojo del huracán de una pelea de clanes yakuza entre chinos y japoneses, aderezada con humor absurdo, gore, violencia, peleas, tiroteos y un cacao argumental marca de la casa. Tediosa, aburrida y de difícil conexión. Nada recomendable. Miike, tómate una tila y no dirijas 4 películas en un mismo año, majete.
El largometraje de clausura vino de la mano de The Boy II: La maldición de Brahms, una mediocre secuela de la estupenda y disfrutable The Boy, en la que un matrimonio con hijo, tras sufrir un robo en su casa original, decide mudarse al campo, y ya sabemos que lo rural alberga horrores. Se vuelven a repetir los acontecimientos de la primera entrega, una vez reaparece el famoso moñeco maldito. Se la podían haber ahorrado, aunque imagino que le habrá venido bien el cheque a la buena de Katie Holmes.
Y así concluye otro año más la Muestra SYFY, con un buen sabor de boca general. Esperemos poder vernos el próximo año, sin tener que dejar espacios entre butacas ni llevar mascarillas patrocinadas por la organización.